¡CUÁNTOS MALES PROVOCAS Y QUÉ POCO TE CONOCEMOS!
¡Muy seguramente, la causa principal de nuestros trastornos emocionales resida en el escaso conocimiento psicológico de los demás y de nosotros mismos!
Las ciencias como las matemáticas, física, química, biología y genética, así como la tecnología, avanzan de una manera asombrosa, en cambio, el conocimiento del "corazón humano", como las pasiones, no solamente no avanza, sino retrocede a causa de tantas confusiones y conocimientos parciales.
Una de las actitudes (llamémosle así por lo pronto) más dañinas y destructivas, es la "soberbia". A su vez, a mí me parece inconcebible que tratándose de una cuestión de importancia extrema, no sepamos de qué se trata. La psicología casi nada nos dice sobre este tema.
El diccionario de la Real Academia Española define así a la soberbia: "Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros. Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas, con menosprecio de las demás... Cólera e ira expresadas con acciones descompuestas o palabras altivas e injuriosas".
Si analizamos detenidamente la anterior definición, no podemos dar crédito a una definición tan pobre, confusa y alejada de la realidad. Esta definición no nos da ningún conocimiento esencial de la soberbia.
A fin de tener una ligera aproximación de este mal, tendríamos que plantearnos de manera obligada las siguientes preguntas básicas:
¿Se trata de una actitud, de una pasión o de un vicio moral?
¿Hay una tendencia genética a poder padecer de este mal?
¿Necesariamente, toda persona soberbia es moralmente mala?
¿Se trata de un trastorno de la personalidad que puede corregirse?
¿Solamente las personas inteligentes, triunfadoras o ricas, son proclives a este mal?
¿El soberbio es más peligroso en el sentido de que padezca de una mayor tendencia a cometer delitos?
¿Es el soberbio más propenso a estallar en palabras y actos iracundos e injuriosos?
Por lo pronto, entremos al análisis de las preguntas planteadas.
Nuestro diccionario citado no se atreve a decir si se trata de una actitud, pasión o vicio moral. En estricto sentido, no puede ser un vicio moral, pues personas muy soberbias guardan un comportamiento moral muy estricto. Así como personas que no padecen de la menor soberbia, se comportan de una manera altamente inmoral.
No es tampoco una pasión como puede ser el amor o el odio.
No creo que se haya identificado ningún gen (de los 30 mil con que contamos los seres humanos, contra los 67 mil genes del que goza una lombriz de nuestro jardín) que marque una tendencia a que ciertas personas sean más proclives que otras a la soberbia.
No toda persona soberbia necesariamente es moralmente mala. La maldad tiene raíces diferentes, o al menos, los factores de la soberbia no determinan la maldad de una persona.
Las personas que padecen de soberbia las encontramos en todos los escenarios de la vida: triunfadores, fracasados, ricos, pobres, obreros, obispos, inteligentes, tontos, cultos, ignorantes. Creo que sólo hay una excepción: nunca encontraremos a un niño soberbio, lo que avala el criterio de que la genética no influye en este mal.
El soberbio no es, potencialmente, más tendiente a cometer delitos. Hay soberbios malvados, así como los hay de una estructura moral impecable.
No es cierto tampoco como lo dice nuestro diccionario, que el soberbio (hombre o mujer) se distinga por estallar en cólera e injuriar a otros. La ira es un trastorno emocional "universal" que se da en todas las culturas y pueblos del mundo, tal como lo analizamos ya en la columna anterior.
La soberbia no es un trastorno de la personalidad, sino algo muchísimo más amplio y profundo.
¿Qué es para mí la soberbia? Fundamentalmente se trata de una enfermedad del espíritu, y como tal, afecta al soberbio en su inteligencia, afectos, sentimientos, imaginación, voluntad, intuición y memoria.
El soberbio padece de una equivocada concepción de las personas y de él mismo. Vive en un constante desequilibrio existencial por el hecho de que están afectadas todas las dimensiones de su existencia.
Se puede tratar de una persona triunfadora en su "área" y además, ser moralmente buena. No obstante esto, será imposible que dicho individuo pueda gozar de relaciones personales sanas, pues sufre de graves distorsiones de lo que es el hombre, él mismo y el mundo en que vive.
Por último, es necesario observar que la enfermedad del espíritu del soberbio no se gestó de manera inmediata, como sucede con las enfermedades físicas infecciosas.
El mal de la soberbia se inicia en la infancia debido a una educación equivocada en el hogar y en el medio social en que se fue desarrollando aquel niño y adolescente. La falta de amor en el hogar constituyó la primera fuente de esta enfermedad del espíritu, que por cierto, es curable. Difícil de curarse, pero curable al fin.