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PALABRAS DE PODER

ESTÁ EN JUEGO LA SALUD DE NUESTRO ESPÍRITUAfrontar todo

JACINTO FAYA VIESCA

ESTÁ EN JUEGO LA SALUD DE NUESTRO ESPÍRITU

¡Nuestra cobarde tendencia a eludir problemas y sufrimientos es la cárcel que marchita nuestra alma, debilita nuestras fuerzas y nos convierte en paralíticos ante la vida!

Tendencia que todos padecemos en mayor o menor grado. Es como si un murciélago chupara la luz de nuestros ojos y nos robara el esplendor de la vida. Eludiendo los sufrimientos y problemas, poco o nada podemos hacer con nuestra parálisis y ceguera.

El psiquiatra Jung, afirmaba que la neurosis era el resultado de haber evitado el sufrimiento. ¡Sí lo evitamos, pero nuestra delicada maquinaria cerebral sufrió un desperfecto, y más tarde, esa evitación nos cobró el sufrimiento más los intereses usurarios, pasándonos la factura de una severa perturbación emocional!

¡Y ahora, esa perturbación emocional es mucho más grave que los problemas y sufrimientos evitados! Por ello, todos padecemos de ligeras o graves deficiencias emocionales.

Y si esto es así, ¿todos quedaremos dañados para siempre? ¡No, por fortuna! Un porcentaje de personas a través de nuevas conductas van confrontando sus problemas y sufrimientos, y en esa medida, adoptan nuevas actitudes ante la vida: formas tendientes a no eludir los problemas ni los sufrimientos, sino a confrontarlos, a experimentar el dolor por más intenso que sea.

¡Esta es la única manera de vivir sanos mentalmente! La vida de cada uno de nosotros no admite atajos, autoengaños, ni chapuzas. Una vida sana exige que se viva en la realidad, en la verdad y no en las mentiras ni en un mundo de ilusión y fantasía.

Las quimeras, las mentiras y las medias verdades, son la negación de la realidad. Cuando nos empeñamos en sentir, pensar y actuar de acuerdo con nuestra realidad "virtual", entramos al mundo de lo irreal, de lo que deseamos que sea, y nos volvemos topos ante la verdad y la realidad, y linces ante el mundo de nuestras ilusiones.

¡Cuando reinan las fantasías, mueren las razones! Ante nuestros problemas y sufrimientos reales, nada peor que las ilusiones, pues éstas son puertas muy anchas para eludir nuestra realidad.

Las ilusiones son bellas en el amor y en nuestros proyectos, pero jamás en la confrontación de nuestros problemas. Es hermoso que juguemos con nuestros hijos o nietos, con la construcción de castillos de arena en la playa, pero es muy peligroso que construyamos castillos en el aire en vez de confrontar nuestros problemas y experimentar por completo nuestros sufrimientos.

Afrontar con valentía nuestras dificultades y dolores, purifica nuestra alma y fortalece nuestro espíritu. Esta confrontación nos da sabiduría, profundiza nuestra sensibilidad y agudiza nuestra inteligencia.

No hay nada más difícil para cada uno de nosotros, que estar dispuestos a "querer ver la realidad" y a confrontarla. Estamos perturbados emocionalmente en virtud de que gran parte de nuestras energías las gastamos en disfrazar la realidad, endulzarla y a veces, francamente, negarla.

El escritor francés, Anatole France, magistralmente escribió sobre la enorme importancia de vivir en la realidad: "Concentrando toda la vida en el instante presente, sin distraerse de la inmediata y preciosa realidad, se puede ser un dominador incomparable".

Debemos estar convencidos que lo real y lo racional son absolutamente compatibles, así como lo irreal y la mentira se apoyan mutuamente. ¡Imposible que gocemos de fuerzas espirituales en un mundo de mentiras o de evasiones! Si clavamos los arpones de nuestra mirada en la realidad, aun dentro de las dificultades y dolores, gozaremos de una sólida estabilidad emocional.

Recordemos lo que el filosofo alemán, Hegel, opinó sobre la realidad: "Todo lo real es racional". Lo racional cuenta muchísimo para nuestra salud mental, pues todo proceso sano de operación de la inteligencia busca la verdad.

También, por supuesto, los sentimientos son determinantes para nuestra salud emocional. Pero desafortunadamente, cuando evitamos los problemas y los sufrimientos, bloqueamos nuestros más genuinos sentimientos y emociones. Si el problema por el que estamos pasando lo escondemos, no estaremos experimentando a plenitud una sana y realista preocupación. Igualmente, si estamos negando el sentimiento de profunda tristeza por algo real, terminaremos cayendo en una depresión y melancolía constantes.

Tenemos que dar ejemplo a nuestros hijos de la valentía que se necesita para afrontar nuestros dolores y problemas. Este aprendizaje será para ellos, seguramente, el mejor baluarte que podemos legarles.

Sobre todo, está en juego algo más allá de la estabilidad emocional. ¡Está en juego, la salud de nuestro espíritu!, que engloba todas las dimensiones de nuestra existencia: memoria completa y no editada, intuición pura, inteligencia clara, voluntad firme, sentimientos genuinos y vividos en toda su intensidad.

¡Que de lo más profundo de nuestra alma surja un sí incondicional a la vida!

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