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PALABRAS DE PODER

Prisioneros del pasado y del futuro

JACINTO FAYA VIESCA

CUANDO DEJAMOS NUESTRO PRESENTE ASFIXIADO Y SIN VIDA

El pasado nos ancla en el recuerdo de malos momentos de nuestra existencia, y también nos ancla en la nostalgia de tantos momentos de inmensa felicidad que vivimos. El futuro nos aprisiona en la esperanza de nuevos proyectos. ¿Y nuestro presente? Nuestro presente queda asfixiado y sin vida; el pasado y el presente le roban toda expectativa de vida.

Los recuerdos de tantos malos momentos de nuestro pasado, agujeran nuestro tiempo presente y nos causan sufrimiento. Pero la nostalgia de un sinfín de bellos y felices acontecimientos de nuestro ayer, nos hace aún más infelices que los malos recuerdos. Los malos recuerdos, la nostalgia de los bellos y la esperanza puesta en el futuro, nos imponen grilletes en nuestros pies, que nos hacen caminar lastimeramente por la vida.

La nostalgia nos hace sufrir al pensar que lo bueno de nuestro pasado se fue para siempre; y la esperanza en el porvenir nos llena de sueños, pero también de miedos y preocupaciones. El estar presos por los carceleros del pasado y del presente, nos impide vivir a plenitud el único tiempo que realmente es nuestro: el presente. Freud dijo que aquel que mora en el pasado o se escapa al futuro nunca podrá ser "capaz de disfrutar ni de actuar".

No queremos reconocer y aceptar uno de los hechos más importantes para nuestra vida: que los recuerdos de los sufrimientos de nuestra infancia y la nostalgia de bellísimos momentos y etapas de nuestro pasado, tienen una extremada importancia para nuestro presente y futuro.

Si no llegamos a entender los sufrimientos de nuestra infancia, viviremos resentidos con nuestros padres (aún cuando ya hayan fallecido) y también resentidos con la vida, pero una vez comprendido nuestro pasado, pasemos adelante, a la página del presente.

Marco Aurelio, el gran filósofo romano, en el Libro XII de sus Meditaciones escribió las siguientes reflexiones de una sabiduría profunda, y que de comprenderla, nuestra vida llegaría a ser diferente:

"Todos los objetivos que deseas alcanzar en tu progreso puedes ya tenerlos si no te los regateas a ti mismo. Y por recelo, es decir: caso de que abandones todo el pasado, confíes a la providencia el porvenir y endereces el presente hacia la piedad y la justicia exclusivamente. Hacia la piedad, para que ames el destino que te ha sido asignado, pues la naturaleza te lo deparaba y tú eres el destinatario de esto. Hacia la justicia, a fin de que libremente y sin artilugios digas la verdad y hagas las cosas conforme a la ley y de acuerdo con su valor."

Claro que es absolutamente imposible no tener recuerdos del pasado y no tener un pie adelantado en el futuro. Esto es saludable y humano. En cambio, lo que se torna enfermizo y contrario a la vida, es estar quejándonos de todos los sufrimientos de la niñez y evocando permanentemente lo felices que fuimos. Vivir marcadamente en el pasado y en el futuro.

Séneca, por su parte, escribió: "Que no te confunda la reflexión sobre la vida entera; no andes cavilando en cuáles y cuántas cosas penosas es de creer que te han de pasar, sino que a la vista de cada una de las presentes pregúntate a ti mismo qué parte de la tarea es intolerable y sufrible... luego, acuérdate de que ni el futuro ni el pasado te pesan, sino siempre el presente."

Observemos detenidamente a las personas felices, productivas, útiles a sí mismas y a las demás: son aquellas personas (de distintas condiciones económicas y sociales) que agradecen los momentos estelares de su pasado, pero que no los están reviviendo en su memoria; jamás se lamentan de su triste infancia; casi nunca están construyendo castillos en el aire y temiendo el futuro; y en cambio, viven el presente de manera intensa. ¡Hagamos lo mismo!

A la persona melancólica, le resulta muy fácil vivir en el pasado y muy difícil vivir en el presente o en el futuro.

A la persona ansiosa, se le da de manera natural vivir en el futuro: siempre mantiene su mente y su imaginación en el porvenir. Hacer planes es lo suyo. Le es muy difícil que su mente gire al pasado, y aun cuando disfruta el presente, gran parte de éste se le escapa, pues su mente a la menor ocasión corre al futuro.

Vivir en el puro presente no es sano emocionalmente. Lo adecuado es volver de vez en cuando al pasado a fin de tener una precisa visión de lo que ha sido nuestra existencia. De hecho, el tiempo pasado ha sido el más importante en nuestra vida, pues es el único que hemos vivido, ya que somos lo que somos por lo que hemos sido.

El vivir en el puro futuro es la prueba más contundente de que padecemos de una crónica ansiedad que no nos permite hacer balances adecuados de nuestras acciones pasadas, ni poder disfrutar del presente.

Tener siempre un pie en el futuro es muy sano, pues nuestros proyectos y sueños mantienen encendidos los motores espirituales de nuestra vida.

Sólo que es indispensable que cada día hagamos "ejercicios existenciales" para tomar plena conciencia de nuestro presente: muchas veces al día detenernos y tomar conciencia de que estamos viviendo el presente, el aquí y el ahora.

¡Hagamos del siguiente pensamiento del poeta Horacio, una divisa para toda nuestra vida!: "Coge el día presente y fíate lo menos posible del mañana".

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