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PALABRAS DE PODER

JACINTO FAYA VIESCA

La moral pública y privada y la solidaridad, es lo más importante para enfrentar un mundo de catástrofes.

¡Andamos sin brújula, llenos de dudas y confusiones, sintiéndonos temerosos, buscando una seguridad que no sabemos en qué consiste ni dónde se encuentra! ¡Estamos perdidos dentro de nosotros mismos!

Si estudiamos el siglo XX, veremos que fue una época que nada aportó al progreso moral de las naciones ni al conocimiento espiritual de las personas. La irracionalidad, codicia y sangre derramada de más de 100 millones de personas, nos dejó más confundidos aún (sólo en la Segunda Guerra Mundial, murieron más de 50 millones de seres humanos). Esta etapa de horror en todo el siglo XX, será estudiada con incredulidad por los historiadores. Dos Guerras Mundiales, cientos de guerras civiles, bombas atómicas lanzadas con la más grave crueldad, invasiones a Vietnam, y a muchos países de Asia y África, por potencias poderosas. Un avance de la ciencia y tecnología en el siglo XX, que no ha podido impedir que 2,500 millones de personas vivan con menos de un dólar y veinticinco centavos al día; más que la tercera parte de la población mundial. Una ciencia y tecnología que no han querido las grandes potencias, que beneficien a todos, sino solamente a las grandes corporaciones económicas. Ciencia y tecnología manejada por intereses exclusivamente de lucro, y sin la menor vinculación a la moral pública y privada, y mucho menos, al amor al prójimo.

¿Cómo no vamos a caminar sin brújula, dudas y confusiones, en un mundo donde reina el egoísmo y el terror?

¿Ante esta situación absolutamente real, qué podemos y debemos hacer los seres humanos, en lo individual?

¡Creo, que no podríamos plantearnos una pregunta más útil que ésta! Debemos darnos cuenta plenamente, que nuestras vidas particulares, que la vida de cada uno de nosotros, no podemos dejarla en manos de la política sucia, las iglesias, las ideologías y las instituciones públicas que no han cumplido con sus responsabilidades. Todos estos entes han fracasado y han traicionado al ser humano.

De lo bueno que hay en las ideologías y en las instituciones, debemos "reconstruir" y mejorarlas. El fracaso de los grandes organismos públicos y privados (gobiernos, iglesias, corporaciones económicas, fundamentalismos religiosos) han creado una sociedad actual (en todo el mundo) en que las personas han sido traicionadas y abandonadas por estas organizaciones.

Tan grande ha sido el daño, que estamos viviendo, con seguridad, en una época del más abierto y grave "individualismo". Cada quien elije vivir como quiera, sin sujetarse a ningún código de ética o de conducta. Cada individuo quiere vivir su vida con la mayor libertad y sin la menor sujeción a ninguna creencia ni ideología.

Este "individualismo" está hirviendo en los Estados Unidos de Norteamérica, en todos los países desarrollados de Europa y de Asia, y por supuesto también en México. Este supraindividualismo no es más que la consecuencia de organismos públicos y privados que no han funcionado. Exacerbado individualismo que ha creado el "Nihilismo".

¡Quien no quiera ver el problema, que lo niegue gritándolo con valentía, pero que no se esconda en su isla de comodidad aparentando que desconoce el problema! ¡Si alguien no cabe en el mundo de hoy, son las personas de mala fe y las ingenuas!

El exceso de individualismo está destruyendo a las personas. Si el actual individualismo se hubiera dado hace 100 mil años, ya con el Homo Sapiens, la especie humana se hubiera extinguido.

Desmond Morris, en su obra, "El mono desnudo", nos da un paseo a través de la evolución, desde nuestros primeros ancestros de hace seis millones de años. A través de la obra de Morris, y de los estudios de antropólogos de los últimos decenios, podemos comprobar que las especies anteriores al ser humano, practicaban la "ayuda mutua", como principio supremo de convivencia.

La solidaridad ha sido la clave en el triunfo del Homo Sapiens, a lo largo de toda su evolución. Pero las cosas han cambiado drásticamente en los últimos cien años. Si estudiamos la Europa del siglo XX, nos encontraremos con una etapa de horror, jamás prevista por ninguna sociedad.

Catástrofes como la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, el surgimiento del Fascismo, la demencia del Nazismo, el genocidio de seis millones de judíos asesinados. La dureza de la colonización de países europeos en África y Asia, las dictaduras genocidas en Corea, y países de América Latina y África. ¡Estamos sin brújula, llenos de dudas, confusiones y horror! ¿Qué debemos hacer?

Lo único que nos queda a las personas en lo individual, consiste en estar absolutamente convencidos que la salvación de la humanidad no va a depender del crecimiento económico ni de la ciencia, como tampoco de la codicia y envidia como motores del capitalismo. Nuestra salvación y la salvación de nuestro planeta Tierra, va a depender de nuestra lucha particular y en grupos, por acciones a favor de una ética moral y pública a toda prueba. La solidaridad será la energía espiritual que vuelva a dar vida a los sanos instintos de nuestra sangre.

¡Estamos en una coyuntura tal, que no hay espacio para los espíritus cobardes ni acomodaticos! ¡Sólo las fuerzas más puras de nuestros instintos y de nuestra lealtad al bien, podrán enfrentar la catástrofe que ya está tocando a nuestras puertas!

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