EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

PALABRAS DE PODER

Autoflagelación de nuestra alma

JACINTO FAYA VIESCA

EL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD ES INTENSAMENTE DOLOROSO

La "culpa" consiste en una falta más o menos grave cometida a sabiendas y voluntariamente.

Hay culpas reales, pero todos hemos conocido a personas que sin fundamento alguno para culparse, padecen de intensos sentimiento de culpabilidad. ¿Acaso, algunos de nosotros padecemos de este trastorno emocional? El que padece del sentimiento de culpabilidad, experimenta este sentimiento ante el más ligero motivo.

¿Qué decir de aquellos, que cuando alguien desea verlos, o reciben alguna carta, o sus jefes los mandan llamar, sienten de inmediato que van a ser censurados o reprendidos? Si les han escrito o llamado por teléfono a algún amigo, y éste, no les escribe o les regresa la llamada, empiezan a cavilar qué tipo de falta habrán cometido contra ellos. Si saludan a ciertas personas y no les responden a sus saludados de la misma manera, tienen la convicción que algo malo han de haber hecho en su contra.

El que padece del irracional e infundado sentimiento de culpa, si discute con alguna persona, y ésta lo censura por algo, pasivamente admiten que son los culpables. El sentimiento de culpabilidad es intensamente doloroso, y la situación se complica porque el culpado aspira afanosamente a lograr altos niveles de perfección, pues le tiene pavor a recibir reproches y recriminaciones.

Con mucha frecuencia se da esta paradójica situación: el que de todo se siente culpable, sufre permanentemente, pero en el momento en que le acontece una adversidad económica, de salud, o de otro tipo, se siente aliviado, pues equivocadamente piensa que lo que desgraciadamente le sucedió, bien lo merecía por sus culpas. El que se culpa, va construyendo condiciones y situaciones propicias para que le sucedan los males que él mismo provoca.

El culpado siente y piensa inconscientemente que "necesita" ser castigado: castigado por Dios, por otras personas, o por acontecimientos adversos. Paradójicamente, el que vive con culpas, experimenta alivios transitorios a sus sufrimientos, aun cuando no sea culpable en el más mínimo grado; y tiende a decirse: "Bien me lo merezco".

El que se siente culpable, por lo general platica con toda espontaneidad sobre sus culpas, pero no está dispuesto a que se le censure. Ni siquiera tolera que otros le demuestren sus "falsas culpas". Y no lo tolera, porque si se le contradice, siente que está siendo criticado. El culpado, es absolutamente intolerante ante la más mínima crítica.

Cuando alguna persona le pregunta a estos individuos que se siente culpable, cuál es realmente su culpa, éstos responden de la manera más increíble: no pueden precisar sus culpas, pues de inmediato revisten sus "autoacusaciones" de una manera que raya en lo totalmente irracional y absurdo. Se basan en sólo conjeturas, autorreporches fantasiosos y exagerados.

Y de nuevo se presenta otra paradoja en estas personas que viven permanentemente en la culpa: cuando emerge en ellas sus sentimientos de culpabilidad, y sus oyentes les dan la razón de sentirse tan mal, por lo general estos culpados tienden a resentirse. El culpado no quiere escuchar de los demás, que sus sentimientos de culpabilidad están justificados, pero si se les contradice, también se enfadan.

Comúnmente, tendemos a pensar que estos falsos culpables son sencillos y humildes. Pero esto no es así. Más bien, en la gran mayoría de los casos, se trata de personas con equivocados conceptos de la dignidad personal. Aparentemente, los vemos humildes, pero se trata de individuos resentidos, muy exigentes y con altas dosis de soberbia. Algunos, son realmente esclavistas: chantajean a su pareja, hijos, hermanos, amigos, diciéndoles que necesita de ellos, pero en la realidad, se vive de ellos, y los manipulan exitosamente, independientemente, de que sí creen que son culpables. Exigen atención, consideración, cuidados, y por supuesto, admiración.

Estos individuos presumen de ser tolerantes y humildes, pero eso sí: deben de ser tratados con toda cortesía y atención. Y es que en el fondo, son tan vulnerables, que no resisten ningún tipo de crítica o censura.

Estas personas nada odian más en la vida, que recibir consejos, y por ellos es tan difícil que puedan curarse. Basta un consejo, para perder la relación o amistad, para siempre. No soportan los consejos, porque creen que el otro ya se dio cuenta de su imperfección. Tratan de ser perfectos, con el fin de no ser criticados.

Por lo general, toda persona que tiende a culparse sin fundamento, presenta rasgos muy similares a los que tiende el perfeccionista: es muy exigente con los demás y consigo mismo. Estas personas que de todo se culpan, son muy escrupulosas, debido a que en su infancia les inculcaron la falsa creencia de lo fácil que era ofender a Dios. Su mal entendido religiosismo lo llevan a límites de una irracionalidad absoluta.

Estas personas tienen de la moral un concepto muy distorsionado. Están muy pendientes de no faltar a la menor regla moral, sin entender que son seres humanos con pasiones y deseos. Ante un deseo erótico, creen que están faltando a su religión y a la moral.

Estas personas fueron tratadas con dureza en sus primeros años por parte de sus padres. Además, de niños no se sintieron amados por ellos. Por esto, son desconfiados, resentidos, quisquillosos y fácilmente ofendibles.

El único camino para que una persona que se siente culpable sin serlo, lo mejor es acudir a la ayuda de un profesional de la salud mental. Y si esto no quisiera hacerlo, el tratar a muchas personas, el llegar a entablar relaciones cordiales con mucha gente, le asegura su curación.

Jacintofayaviesca@hotmail.com

Twiter: palabrasdpoder

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 667340

elsiglo.mx