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PALABRAS DE PODER

El iceberg de los celos

JACINTO FAYA VIESCA

La Mayoría Se Basa En Conjeturas Sospechas Y Dudas Y No En Hechos Reales

Los celos pueden convertir el paraíso de un amor o de un matrimonio, en un infierno. Este sentimiento golpea el ánimo del celoso que lo hace ver cosas que no existen. La inmensa mayoría de los celos se basa en conjeturas, sospechas y dudas, y no en hechos reales y objetivos.

En todo amor auténtico se da una pizca de celos, pues siempre existe el temor inconsciente de poder perder al ser amado. Pero los celos, pasando del mínimo normal, son una enfermedad del ánimo. El celoso a toda costa quiere estrechar la libertad de acción de la persona a la que cela; ésta tendría que darle cuenta de cada período de su tiempo. El celoso desconfía de la persona a quien cela, y si los celos se acrecientan, la acusa de infidelidad o al menos, de sus propósitos de engañarlo o engañarla.

El celoso no puede razonar, pues tiene trastornado el ánimo. Se aferra cada vez más a sus sospechas y dudas, o bien, a lo que le parece la certeza de que su compañero o compañera le es infiel. Los argumentos lógicos no destruyen la enfermedad del ánimo del celoso, pues los celos tienen como fuente lo irracional, lo infundado, las conjeturas, y un sentimiento de profundo miedo de perder el amor de quien cela.

Paradójicamente, el que cela cree que con sus celos puede evitar la infidelidad, o si está convencido que su pareja ya le fue infiel, puede evitar que lo siga siendo. No sabe el celoso que entre más se encienden sus celos, más se acrecientan sus figuraciones y más destruye el amor de su pareja. No sabe que sus celos son la más palpable muestra de que en el fondo se siente débil y se ve como una persona que nada vale. Freissint escribió: "Los celos son una confesión secreta que nos hacemos a nosotros mismos de nuestra inferioridad".

Nada más ineficaz que pretender persuadir al celoso de sus celos infundados. Los celos son como un "iceberg". De este montículo o montaña de hielo sólo vemos lo que está encima de la superficie: una décima parte de su masa total; las restantes nueve décimas de la masa de hielo están debajo del agua. En los celos, vemos una décima parte que aparece a nuestra vista, y las restantes nueve décimas no las podemos ver, pues es la masa de sentimientos que está en el inconsciente. Presenciamos la erupción del volcán, pero no podemos ver la gran cantidad de lava incandescente que está en las entrañas del mismo.

Esta parte enorme de los celos que está escondida en el inconsciente, es la que tenemos que atender del celoso si pretendemos ayudarlo o curarlo. Nuestros argumentos lógicos son ineficaces porque se dirigen a la parte visible del iceberg y no a su masa profunda. Esta masa oculta nos revela las verdaderas causas de los sufrimientos del celoso. El celoso, inconscientemente se siente profundamente inseguro. No se trata de que sus cualidades físicas o de otro tipo sean poco valiosas, sino que él, en conjunto, como persona, se siente muy inseguro y de poca valía.

Toda persona celosa está convencida de que no es digna de ser amada, de que no merece el amor, y de que realmente no puede ser amada de una manera duradera.

La persona celosa se siente nada atractiva, los demás son los sexualmente valiosos. Desde este profundo sentimiento de inferioridad, su pareja no debe observar a otra persona, pues con seguridad la encontrará más atractiva sexualmente, más inteligente e interesante. La mujer celosa puede ser sumamente hermosa y muy interesante, pero si padece de la enfermedad de los celos, se sentirá fea, inadecuada y fácilmente reemplazable por otra mujer. El hombre puede ser muy varonil y resultarle atractivo a muchísimas mujeres, pero si padece del trastorno de los celos, se sentirá un hombre inferior y no digno de ninguna mujer.

Las personas que padecen de celos severos, no podrán salir por sí solas de su atolladero, pues jamás aprendieron a amar durante su niñez, ya que no encontraron los caminos y a las personas adecuadas para que el amor llegara a ser una parte fundamental de sus vidas.

Para el psicólogo Richard S. Lazarus, profesor emérito de psicología en la Universidad de California, en Berkeley, y considerado como el más grande experto mundial en el tema de las emociones, apunta esta importante reflexión:

"Como hemos visto, el enojo muchas veces se construye sobre la premisa de haber sido despreciados, y el enojo es una de las emociones más prominentes en los celos. Cuando los celos están basados en la realidad, no existe patología, aunque todavía tenemos que enfrentarnos al enojo. No obstante, cuando los celos no están basados en la realidad, sino que forman parte del carácter, normalmente resultarán en desastre y pueden ser bastante difíciles de vencer".

En la obra Otelo, de Shakespeare, tenemos un gran material para profundizar en este tema. Yago, lugarteniente del gran militar y estadista Otelo, lo convence de que su esposa Desdémona le ha sido infiel, lo cual es absolutamente falso. Otelo, un moro africano, no le cree a su esposa Desdémona, quien defiende su fidelidad. Otelo, enamorado hasta la locura, le hierven los celos en su corazón, y en un acto de locura mata a Desdémona y, después, Otelo se mata.

¡Impresionante la tragedia de Otelo. El genio Shakespeare, que lo sabía todo, escudriña el problema de los celos como jamás nadie lo ha logrado!

jacintofayaviesca@hotmail.com

twitter: palabrasdpoder

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