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PALABRAS DE PODER

JACINTO FAYA VIESCA

¿Ha habido pensadores, que por su profunda sabiduría, hayan legado por escrito algunos grandes "secretos" para que podamos vivir una existencia más dichosa? ¡Si han existido, aun y cuando han sido muy pocos!, y uno de ello fue el griego Epicuro, nacido en el año 342 antes de Cristo, en la isla de Samos, muy próxima a las costas de Asia Menor, y a esas ciudades que como Mileto y Efeso, habían sido cuna de la filosofía.

Un pensamiento vertebral de éste inmenso pensador, insiste en que a lo largo de su vida enseñó que la autosatisfacción es la solución que lleva a los seres humanos a disfrutar una vida más sencilla y despreocupada; lo que él llama la vida de la "libertad". En todo Occidente jamás se había escrito ni enseñado oralmente que la libertad solamente se podía encontrar en la sencillez y la despreocupación. Y que una existencia así, nos conduce a la autosatisfacción y a la libertad.

Los anteriores conceptos no los encontramos ni en Homero, con su Iliada, escrita unos 700 años antes de Cristo. Los inteligentes y primeros filósofos, los presocráticos, tampoco habían gozado de la visión de 360 grados de la que sí gozó Epicuro.

Walter Otto, alemán nacido en 1874, y profesor de las más prestigiadas universidades de Alemania, muy seguramente es quien más ha profundizado en el pensamiento de Epicuro. En una obra dedicada a éste filósofo, nos dice:

"En la sencillez no existe una jerarquía de reglas o una ley inquebrantable y absoluta, como en el caso de los mandamientos de tipo moral. La vida sencilla es buena porque mantiene el alma sana y fresca, libera al hombre y lo prepara ante los tiempos de necesidad y carencia, ayudándole a soportarlos con resignación, pero siempre teniendo presente que todo rigor y ascetismo se contraponen a la libertad, ya que los amigos de la sencillez, de vez en cuando, mientras no sea dañino para ellos o para los demás, pueden ser generosos y disfrutar enérgicamente".

Nadie antes, en el pensamiento Occidental, y para precisarlo bien, nadie antes de Homero había un pensador revelado uno de los más grandes secretos para vivir una existencia más dichosa.

No quiero repetir las ideas que transcribí entre comillas, de Walter Otto. Leamos ese párrafo de nuevo, y nos daremos cuenta que Epicuro está en contra de una vida rigorosa y ascética, porque para éste filósofo, el ascetismo y los rigores a nuestro cuerpo impuestos por nosotros mismos, no conducen a ninguna dicha.

Tampoco Epicuro estaba a favor de una vida llena de placeres como fuente de la felicidad, ya que para éste inmenso griego, el secreto de la felicidad estriba en la ausencia de dolores físicos y morales.

En el pensamiento de Epicuro, percibimos toda una terapéutica para el alma: la autosatisfacción que nos conduce a una vida más sencilla y despreocupada, lo que nos lleva a una vida de la libertad. Y además nos hace inmunes a los tiempos de carencias, pues la sencillez todo lo puede, y el hombre llega a amar la sencillez como forma suprema de vida.

El clásico latino Ovidio, nos aconseja: "Cada cual debe vivir dentro de los límites de su fortuna". Y una máxima moral de la Roma Antigua, señalaba: "La naturaleza se complace en cosas sencillas".

Epicuro fue congruente con lo que enseñaba, pues su forma de vivir era muy austera y sencilla, de lo que se complacía, pues vivía permanentemente dichoso. Nuestro filósofo griego se contentaba con agua y pan, siguiendo sus discípulos su misma manera de vivir. Un comentarista de su tiempo escribió sobre él: "Una pequeña vejiga de vino barato era suficiente para ellos, ya que solían beber agua".

En una carta Epicuro le escribió a un amigo: "Mándame un poco de queso Kitniano (de la isla de Kinos, cerca del Ática) por si acaso quisiera verme algún día muy opulento".

El filósofo alemán Nietzsche, decía que todo lo que pensaba, escribía y veía en el mundo, era con referencia a Epicuro, el filósofo que seguramente admiró más. En uno de sus brillantes aforismos, Nietzsche llama a Epicuro "El filósofo de la opulencia", diciendo: "Un jardincillo, higueras, un poco de queso y tres o cuatro buenos amigos - ésta era la verdadera opulencia de Epicuro".

No estoy a favor de la pobreza. La pobreza limita y estrecha el desarrollo de los seres humanos, y revela el fracaso de la civilización. Epicuro jamás estuvo a favor de la pobreza. Siempre se pronunció contra la vida opulenta, los lujos y la riqueza.

La distribución injusta, inmoral y peligrosa de la riqueza en el mundo, es la enfermedad social más grave de la humanidad. La concentración de la riqueza en un porcentaje muy reducido de la población mundial, amenaza al mundo con rebeliones, guerras civiles, hambre, miseria y enfermedades.

¡Epicuro constituye un faro luminoso para toda la humanidad! ¡No es cierto que la riqueza proporcione felicidad!

¡La dicha radica en una vida sencilla y austera!

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