LOS PEORES PROBLEMAS ECONÓMICOS SE VENCEN CUANDO HAY HOMBRES DE UN CARÁCTER FIRME
"No hay mayor espectáculo para los dioses, que ver a un hombre luchando valientemente contra la adversidad", escribió un poeta griego.
Las más sólidas y exitosas empresas no están exentas de azarosos factores externos que las puedan llevar a la ruina. A la "previsión" -el bien más útil para el hombre- lo puede aplastar la ciega y caprichosa fortuna.
En tiempos de la Gran Depresión en los Estados Unidos en 1929, la nación más rica del mundo colapsó y en unos cuantos meses millones de norteamericanos perdieron su empleo y vivían de la caridad pública. Pero al mando de ese país estaba un gigante en visión económica, valentía y patriotismo: el Presidente Franklin D. Roosevelt, quien hizo emerger a su nación como el ave fénix, de sus propias cenizas.
En la Segunda Guerra Mundial, la Alemania Nazi destruyó a Bélgica. Cientos de miles de belgas perdieron sus negocios, hogares y trabajos, y a la vista de todos, morían a diario miles de belgas a causa del hambre.
La historia registró de lo que fue capaz el ser humano en Norteamérica y Bélgica: los peores problemas económicos se vencen cuando hay hombres de un carácter firme y una poderosa gallardía espiritual. Hoy en día, Bélgica es una de las naciones más prósperas del mundo, y Estados Unidos lucha por reconstruir su enorme economía.
El presidente Roosevelt en esos negros días de la Gran Depresión, arengaba al pueblo norteamericano diciéndole que "solamente hay que tenerle miedo a una cosa: al mismo miedo".
Nosotros, como Homo Sapiens, hemos pasado por una larga evolución que arrancó hace seis millones de años en una región de África, y en el transcurso de ese tiempo, hemos afrontado una lucha constante contra miles de adversidades durísimas: eras glaciares, sequías prolongadas, enfermedades y carestía de alimentos, que no han podido extinguir al ser humano.
Sin desconocer los grandes vicios que ofenden a la dignidad humana, lo cierto es que siempre han existido en todas las latitudes del planeta, hombres y mujeres de acrisoladas virtudes y de un acendrado patriotismo.
Estamos viviendo una época en la que "el capitalismo salvaje" impone su ley a los más débiles, pero aún dentro de esta codicia desmedida, siempre encontramos a empresarios patriotas y a líderes de la comunidad, para quienes los grandes valores humanos constituyen siempre lo fundamental para toda sociedad.
Los negocios podrán arruinarse, las acciones malvadas causarán gravísimos males, sólo que los seres humanos de corazón bondadoso y de espíritu justo, son la inmensa mayoría en cualquier país del planeta.
El odio, la avaricia, la explotación a los débiles y la violencia nos perturban y amenazan seriamente. Pero siempre, y así lo ha registrado la Historia, la fuerza de las virtudes es más poderosa que todos los poderes de los vicios. La generosidad, bondad, solidaridad, justicia y dignidad, son más fuertes que los graves vicios humanos.
Recordemos que toda desgracia es una ocasión para ejercer una virtud y recordemos también que graves adversidades no se resisten ante la acción valiente de hombres virtuosos.
La virtud es más fuerte que el acero, más impetuosa que un mar embravecido y más persuasiva que la adulación más dulce y fascinante. Es tan fuerte la virtud, que el romano Cicerón, escribió: "El que tiene virtud no necesita nada más para vivir bien".
Por muchos males y vicios por los que estemos atravesando, la realidad es que la inmensa población de una comunidad ha conservado intacto el instintivo sentimiento de menospreciar lo malvado, la codicia, la violencia, la explotación humana y todo tipo de vicio que degrade y manche el alma humana.
¡No es cierto que estemos perdidos como sociedad! Lo verdadero es que existe un porcentaje muy alto de héroes anónimos que son la primavera permanente de la tierra. Sus retoños son "vida pura". ¿O no lo son acaso las enfermeras, maestros y trabajadores que surten nuestras mesas? ¿No lo son acaso tantas madres solteras heroicas que mantienen solas a sus hijos y los sacan adelante? ¡Es como si Dios las protegiera siempre a pesar de sus permanentes luchas tan difíciles!
¡Nuestra sociedad está acosada por problemas! ¡Muchos y muy graves problemas! ¿Pero acaso los humanos no contamos con armas más poderosas? ¿Armas que cuando las operamos nos dejan tan sorprendidos como si estuviéramos ante un milagro? ¡Esas poderosas armas del hombre, son aquellas que conocemos como la bondad y la solidaridad humana!
La solidaridad fue la virtud que hizo posible que sobreviviera el Homo sapiens. Sin el sentimiento de solidaridad, es decir, de adherirnos a la causa de otros, de preocuparnos por otros, como especie humana nos hubiéramos extinguido hace millones de años. Recordemos que somos una de las 193 especies de monos y primates, y que nuestros primeros ancestros nacieron en África hace seis millones de años. Los chimpancés y los bonobos son nuestros primos en esta evolución.
La bondad, es una virtud muchísimo más poderosa que todas las bombas atómicas que hoy existen. Bien lo observó el inmenso Apóstol San Pablo, cuando dijo: "No nos cansemos de hacer el bien". Y en el mundo de hoy en día, millones de enfermeras, de personas dedicadas a los hambrientos y a lo que sufren, forman la fuerza más poderosa de la humanidad.
Con mucha frecuencia nos resulta imposible hacerle el bien a muchos, pero sí podemos hacer siempre lo que nos aconsejaba Rollín: "No siempre puede hacerse el bien a todo el mundo, pero a todos se les puede manifestar la bondad".
¡La gente buena es enormemente más numerosa que la gente mala, y las virtudes son inmensamente más poderosas que todos los vicios!