Tres días por semana, cuando Becky Leung se alista para ir a trabajar, su novio recién está llegando a casa después de su trabajo nocturno. Cuando su madre le hace insinuaciones sobre el matrimonio de su hermana melliza, ella se ríe. Pero cuando piensa seriamente en casarse, se preocupa antes que todo por su carrera.
Leung, de 27 años, convive con su novio en una vivienda de Portland, Oregón, pero todavía no tiene planes de bodas, en reflejo del cambio cultural que se ha producido en Estados Unidos en lo que significa un hogar.
Datos de la Oficina Nacional del Censo indican que las parejas casadas se hallan en una nueva posición: ya no son la mayoría.
Es una tendencia que se ha reafirmado en décadas y en el censo de 2010, los matrimonios representan el 48% de todos los hogares, cifra inferior al 52% del censo anterior.
"Veo que mucha gente no tiene el trabajo típico de 8 a 5, o que hay parejas en las que una persona está empleada y la otra no. Hay otras prioridades antes del matrimonio", comentó Leung. Pero en el censo de 2010 se registró en 32 estados. En otros 7, menos del 51% de hogares eran de parejas casadas.
Según el demógrafo Charles Rynerson, de la Universidad Estatal de Portland, hay dos motivos: la creciente población que envejece rápidamente tiene mayores probabilidades de divorciarse o enviudar más adelante y los veinteañeros postergan sus bodas por más tiempo. "Los veinteañeros postergan el matrimonio por muchos motivos, incluso el dinero", agregó.
El temor de no poder retener un empleo, un mercado laboral más amplio para las mujeres y el alejamiento de la tradición de tener hijos a una edad joven han disuadido a mucha gente joven de casarse.
