Pasión Guerrera
No existen términos medios. No hay motivo. Se es o no. ¿Matices? Cuando la pasión domina, no hay nada que matizar y en el futbol la razón queda de lado; los colores se vuelven pasión.
Hace poco más de 10 años, un grupo de seguidores del Santos Laguna decidió organizarse e invitar a más personas a formar parte de un grupo de apoyo para el equipo. En ese tiempo pegaron hojas con la convocatoria en distintos puntos de la ciudad; eligieron ser una “barra”… se hicieron llamar “La Komún”.
“No es fácil nomás estar sentado. Uno como santista se desahoga y grita lo que tiene”, asegura uno de sus integrantes, que se dice seguidor de los Guerreros desde los siete años de edad. “Empezamos La Komún como unos 15 ó 20. Muchos se han ido por familia u otras cosas, pero la amistad sigue con todos. Muchas veces La Komún no es querida ni en el estadio, pero es la manera de apoyar y no le vamos a dar gusto a nadie”, dice convencido.
Las barras tienen su origen en Sudamérica y poco a poco han ido ganando terreno en otras partes. Los distingue sobre otros grupos de apoyo que no paran nunca de cantar durante el partido. La barra lagunera tiene su propio ritual. Se juntan desde el hotel de concentración del equipo y desde ahí salen los camiones desbordando pasión. Vestidos con la Albiverde, armados con banderas y cánticos, se dirigen al estadio. No todos caben dentro de la unidad, hay quien va por fuera de las ventanas o incluso en la parte superior del autobús. Al llegar a su destino, empieza la marcha. Los tambores que ya se escuchan, no dejarán de retumbar en lo que resta de la tarde.
Hoy, La Komún la forman por lo menos 600 integrantes. De ellos son unos cien los que viajan a los partidos del Santos en otras plazas. Pero la intención es que su sentimiento se siga extendiendo hasta ocupar toda la cabecera.
“Mucha gente relaciona a las barras con violencia, porque aquí en México lamentablemente no se tiene mucho la cultura de las barras, pero La Komún no nada más es violencia. La Komún es espectáculo, aparte del futbol. Es la tribuna. Es querer proyectar lo que siente el aficionado hacia el equipo. Pero lo que se quiere proyectar es el apoyo al equipo, no hay otra”, confiesa el mismo “komunero”.
Del otro lado, está La Tribu. Un grupo más reducido, pero que tampoco deja de cantar y hacer sonar sus tambores. Caracterizados por acompañar siempre al equipo a cualquier parte del país. Y a pesar de llevar los mismos colores, en ocasiones se han vuelto el antagónico de la otra barra de casa.
En la parte de sol, justo a la mitad, solía andar un encapuchado. Querido por unos, criticado por otros, El Komandante dijo adiós a su labor como líder de la porra en un sector del estadio (“Sol plateas”) después de años de haber creado su propia tradición.
Todos ellos vienen desde el Viejo Corona.
Entre las porras y barras, cada vez es más común observar mujeres. Con la playera puesta y la formalidad de lado, sus gritos se confunden con los del resto de los aficionados. La mujer santista disfruta del espectáculo, sufre, exige, se lamenta… la menta de vez en cuando. Y también grita los goles o celebra los triunfos. Las guerreras le dan vida a la casa del Santos Laguna.
A casi dos años de su inauguración, el Estadio Corona del TSM busca ser una fortaleza de Guerreros alentados por su incondicional “hinchada”. El deseo es el mismo en todos, que La Laguna vuelva a ser “La Casa del Dolor Ajeno”.