El sábado por la mañana se concretó el destape de Eruviel Ávila, como candidato de unidad priista a la gubernatura del Estado de México. Con la postulación de Ávila, en ese momento todavía alcalde de Ecatepec de Morelos, y con la forma en que ésta se tejió, se desactivó cualquier posibilidad de división o ruptura al interior del priismo, el principal enemigo que han enfrentado en los estados donde perdieron las gubernaturas en las últimas elecciones estatales.
Peña Nieto sabía que ese era uno de sus grandes retos: evitar la división o ruptura de su partido; antes ya había desactivado (o, al menos, minimizado) otros dos riesgos a través de la reforma a las normas electorales: la concreción de alianzas opositoras y el posicionamiento de algún liderazgo emergente, el primero a través de su supresión como tales y mantener la posibilidad abierta por una vía mucho más complicada, las candidaturas comunes; y el segundo, al reducir el tiempo de las campañas electorales a únicamente 45 días, con lo cual cerraba la puerta a quien no fuese ampliamente conocido en el Estado de México.
Eruviel Ávila, el alcalde del municipio más poblado de México (únicamente superado por la delegación Iztapalapa, del Distrito Federal) es un político mexiquense de apenas 42 años de edad, que ya ha sido dos veces diputado local y dos veces alcalde de Ecatepec, en este caso en las dos ocasiones se la arrebató a la oposición (en 2003, al PAN; y en el 2009, al PRD); pero además se desempeñó como presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en el 2006, ya durante la gubernatura de Peña Nieto; y como subsecretario de Gobierno del Estado de México en la región de Nezahualcóyotl, entre 2001 y 2002, durante el Gobierno de Arturo Montiel.
De acuerdo a lo divulgado en el portal del diario La Jornada, "La decisión... implica que por primera vez el candidato del tricolor no salga del denominado Grupo Atlacomulco, que ha detentado el poder en los últimos 60 años en la entidad". Y, desde luego, también significó dejar fuera de la contienda a Alfredo del Mazo Maza, actual alcalde de Huixquilucan y primo del gobernador Peña Nieto, quien al declinar e invitar a apoyar a Ávila, afirmó que su decisión es porque "estoy convencido de que la unidad del partido es la principal fortaleza que tenemos y el próximo 3 de julio el PRI ganará las elecciones".
De acuerdo a una encuesta publicada por el periódico Reforma, el jueves 24 de marzo, Ávila se encontraba en el segundo lugar de las preferencias electorales entre los cinco precandidatos priistas, apenas 3 puntos porcentuales detrás de Del Mazo, entre la población abierta, y 5, entre los auto identificados como priistas.
Y los dos estaban por encima de los otros tres: Ricardo Aguilar, actual líder priista bajo una fórmula heterodoxa de "representante del CEN del PRI", al haber ya concluido su periodo y no poder ser reelecto de acuerdo a los estatutos; Ernesto Nemer, líder de los diputados tricolores en el Congreso local; y Luis Videgaray, diputado federal muy cercano a Peña Nieto. Los dos últimos declinaron hace unos días; del Mazo, lo hizo el sábado; e incluso, la alcaldesa de Naucalpan de Juárez, Azucena Olivares, quien no fue incluida en la lista, manifestó el mismo sábado su apoyo a Ávila.
El gobernar por segunda ocasión el municipio que concentra el 13% de los electores del estado y mantener un buen nivel de aceptación entre la población, había hecho que Ávila fuese buscado por los promotores de la coalición PAN-PRD y aunque nunca se comprometió con ellos, el ahora candidato tricolor había dejado viva la posibilidad de reanudar las pláticas en caso de que se concretara la alianza y él no fuese el candidato del PRI. Por ello con su postulación se conjuró totalmente el riesgo de una división o ruptura en el PRI.
Además las dirigencias nacionales del PRI, PVEM y PANAL anunciaron, también en la semana, la firma de un acuerdo para participar juntos en el Estado de México, eso consolida las posibilidades de triunfo del abanderado tricolor, pues de acuerdo a la citada encuesta, en caso de concretarse la alianza entre PAN y PRD las preferencias electorales son de 55% para el PRI y de 24% para estos dos partidos, con un 20% de electores todavía sin definirse.
Pero aun sin alianza la ventaja es muy grande para el PRI, pues obtiene el 43% de las preferencias electorales, por un escaso 11% que se manifiestan a favor del PAN y del PRD; el resto de los partidos obtienen porcentajes todavía más bajos: PVEM y PT, 3%; Panal, 2 y Convergencia, 1%. D acuerdo a esta encuesta, las alianzas, en ambos casos, sí generan efectos positivos, pues logran porcentajes superiores a los que se obtendrían con la suma de sus respectivos porcentajes de preferencia electoral.
Aunque todavía falta conocer el resultado de la consulta que hoy se celebra en el Estado de México para definir si PAN y PRD van juntos; definir a todos los candidatos; y vivir los 45 días de las campañas electorales, hay que reconocer que Peña Nieto, hasta hoy, ha jugado muy hábilmente sus piezas para asegurar el triunfo priista el próximo 3 de julio y así fortalecer sus posibilidades de abanderar al PRI en la contienda presidencial del 2012.