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Pensamientos al vuelo

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

No lo puedo quitar de la mente.

Tengo que escribirlo, para que esas ideas me dejen en paz. Son tercas, machaconas. De esas que la mente piensa y repiensa.

Según dicen, hombre exitoso, recto y responsable. La gente de los partidos políticos que comúnmente trataba con él, así lo describió.

No sé si en verdad lo fue o es sólo la aplicación de la vieja conseja que reza: "La virtud es el náufrago del alma. Viva se hunde, pero muerta flota".

Hay quienes en vida son unos verdaderos infames y en cuanto mueren, muchos suelen decir: "Ay, pobre tan bueno que era".

El caso es que morir a los 45, como le acaba de suceder a Francisco Blake y en forma tan trágica, siempre llama a la reflexión.

Miles serían los hombres que aceptarían ser secretarios de Gobernación. Pero muy pocos si les dijeran que al acceder al cargo morirían.

El hombre se pasa la vida deseando cosas. Buscando afanosamente lo que no tiene y desdeñando lo que posee. Todo le parece poco y sólo se fija en lo que no tiene; y por ello deja de vivir.

Sin conformismos, pero todos deberíamos estar contentos con lo que tenemos y hacemos.

En mi limitada experiencia he conocido de vista a varios secretarios de Estado. Algunos de ellos tan poderosos que daban miedo, como Bartlet.

Y siempre los veía tiesos, acartonados, preocupados, sufriendo por lo que hacían. Sólo uno, recuerdo, que lo vi disfrutar placenteramente de su comida y bebida; y eso que seguramente negociaba con otro personaje que si se descuidaba se lo merendaba en un sándwich.

Era Gómez Mont, negociando con Beltrones, en el restaurante La Palma, de la Ciudad de México. Y sin embargo todavía se dio oportunidad para que nos sacáramos unas fotos con él. Al poco tiempo, este hombre, en un acto de congruencia inusual, le aventó la chamba a Calderón. Fue entonces cuando llegó Blake a la secretaría.

Tanto que estuvieron diciendo que el 11-11-11 sería un día de muy buena suerte. Quién le iba a decir a él que ese día fallecería. En esta fecha que no se volverá a repetir sino pasados 1,600 años.

La muerte llega el día menos pensado, como ladrón silencioso y hay que estar preparado para partir, porque ella no admite diferimientos ni otorga prórrogas.

Cuando Dios dice "hasta aquí", es hasta aquí y ni un minuto más.

Debemos por tanto estar preparados. Y no hablo de confesarse y recibir los santos óleos, que nada mal caen, pero no me refiero a eso. Sino al haber vivido conformes con lo que Dios nos mandó.

Seguramente cuando lo nombraron, muchos de sus amigos y conocidos han de haber dicho: "qué buena suerte la de Francisco"; y ahora estarán diciendo: "qué mala suerte la de Francisco".

Y ello nos debería de llevar a otra reflexión: ¿existe en verdad la buena o mala suerte?, ¿o todo es fruto de nuestras propias decisiones?

Como toda muerte trágica, ésta ha generado ya muchas especulaciones. Pues son dos los secretarios de Gobernación de Calderón que mueren en accidentes aéreos trágicos.

¿Sería un accidente o fue un atentado más perpetrado por quienes quieren infundir terror en estas tierras?

El piloto muy experimentado, la aeronave bien cuidada. Y aún así, el aparato se precipitó como piano al vacío.

Por más que uno no quiera pensar mal, la lógica no da, pues no recuerdo la muerte accidental de dos secretarios de Estado en un mismo sexenio y menos de la misma secretaría.

Esa silla debe estar salada, por más poder que encierre en sus forros. Y para colmo, en el último tercio del mandato, cuando urge más una operación política eficiente con miras a 2012.

Pero así es la vida, efímera, veleidosa y caprichosa. Por eso es la vida, así en femenino.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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