Detrás de las decisiones que tomamos y de las acciones que realizamos para resolver algún problema que nos aqueja, se encuentran nuestras percepciones. Éstas determinan los métodos que nosotros usamos y las soluciones que vemos. Cuando se trata de problemas arduos como el que actualmente vivimos por la baja disponibilidad y calidad del agua, es menester un cambio en la percepción de los mismos para llegar a su solución. Sin embargo, es precisamente aquí, en la necesidad de un cambio de percepción, donde se atoran las soluciones o se opta por soluciones parciales y momentáneas que se alejan de las causas del problema.
La visión de túnel es quizá una de las explicaciones más comunes a la incapacidad de percibir de otra manera las cosas que nos rodean. Desde luego, no nos referimos aquí a su significado médico, sino a la estrechez de un punto de vista que resulta de una excesiva concentración en una idea u opinión y que restringe severamente el campo de visión de las cosas como si se estuviera viendo desde un túnel. La aplicación de soluciones tecnológicas a problemas como el de la elevada concentración de arsénico en el agua, adolece precisamente de una amplia visión en la que se incluyan otras posibilidades más cercanas a la naturaleza que debieran ser consideradas, que debieran ser percibidas y evaluadas económicamente.
Quizá es tiempo de aceptar que no sólo existen soluciones basadas en zanjas y tubos, que la naturaleza nos ofrece servicios ambientales que podrían resolver nuestra problemática del agua sin ocasionar impactos en los recursos naturales y sin la construcción de obras faraónicas altamente costosas como las potabilizadoras o los trasvases de una cuenca a otra.
Son necesarias nuevas formas de pensar que consideren el manejo de las cuencas hidrológicas con enfoques diferentes, que trabajen con la naturaleza para proteger la calidad y cantidad de los recursos naturales como el agua. Un caso exitoso y además pionero en esta nueva forma de pensar, fue la ciudad de Nueva York, la cual a principios de la década de los noventa rechazó una propuesta para construir más plantas de filtración de agua a favor de la protección y mejoramiento de las tierras forestales de la cuenca alta y media del Río Hudson. La lógica usada en este caso exitoso, fue el aprovechamiento de la salud de la cuenca, expresada en un mayor número de árboles y en un mejoramiento del suelo que permitió la filtración del agua así como la filtración de sedimentos e impurezas que fluyen en el agua de los arroyos y del Río. Además, el suelo forestal esponjoso, los residuos de alto carbón como ramas y troncos, entre otros, reducen la fuerza de la corriente evitando inundaciones. El resultado de este manejo y trabajo con la naturaleza es agua suficiente y de alta calidad para la ciudad de Nueva York, una solución que implicó un cambio en la percepción del problema, que atacó a la causa principal que limitaba la disponibilidad de agua en la mencionada ciudad, y que sobre todo, es una solución para siempre porque la naturaleza hace su propio trabajo, de una manera sustentable.
Como siempre pasa, alguien va a decir que lo que se hace en un país desarrollado como los Estados Unidos difícilmente se puede aplicar en un país en desarrollo como el nuestro, por eso comento brevemente cómo le está haciendo un país latinoamericano con muchos más problemas que México. Me refiero a Ecuador, en este país se creó una nueva institución para reducir su vulnerabilidad a extremos climáticos. Quito comenzó a invertir en una asociación privada y pública muy innovadora, para proteger y manejar las tierras de pastizal de la cuenca alta de la ciudad. La asociación se llama Fondo para la Protección de la Cuenca de Quito, con el dinero recabado por este fondo, se financian principalmente actividades de largo plazo encaminadas a la conservación y protección de la Cuenca de Quito.
En nuestra Comarca Lagunera es factible apostarle a proyectos de trabajo con la naturaleza como los que se están llevando a cabo en otras partes del mundo. El Proyecto Irritila es un buen comienzo, pero es necesario considerar la Cuenca Nazas Aguanaval de una forma integral, de manera de trabajar también con alternativas ecológicas en la cuenca media y baja. La inversión en este tipo de proyectos, asegurará tener agua para siempre y agua para todos.