El pasado 17 de abril, Moisés Naím escribió en el diario español El País, un artículo intitulado "¿Quién perdió a México?" en donde hace una descripción desde afuera de cuál es la situación por la que hemos atravesado los últimos años y cuáles han sido las causas que nos han llevado a vivir las situaciones de violencia e inseguridad por las que estamos pasando.
Me parece conveniente compartir algunos fragmentos e ideas que están contenidas en esta pieza publicada hace casi un mes, y que vienen a colación primeramente porque ya son casi dos semanas desde el abominable asesinato del empresario Carlos Valdés Berlanga que propició reacciones del empresariado, que aunque divididas, al fin reacciones y que trajeron consigo que el secretario de Gobernación, Francisco Blake, tuviera que regresar a La Laguna mucho antes de lo que hubiera programado, y por eso estuvo acá el pasado martes.
Además de los terribles hechos descritos arriba, la semana ha empezado con cierto viraje de la estrategia del presidente Felipe Calderón en tanto su comunicación y aprovechando su visita a Roma para asistir a la beatificación del extinto Papa Juan Pablo II, otorgó entrevistas a distintos medios de comunicación, y en ellas se notó su intención más clara, de señalar como corresponsables a los gobiernos estatales y municipales de la pesadilla que ahora estamos viviendo la gran mayoría de los mexicanos.
Comienza señalando el señor Naím en su escrito que México anteriormente podía ser percibido como el país latinoamericano con más chance de ser una nación desarrollada. Esto desafortunadamente ha cambiado, ahora si bien es cierto no se aprecia como un Estado fallido, sí se considera como un territorio donde regiones considerables e instituciones importantes están controladas por crueles y poderosos criminales del mundo. ¿Qué fue lo que ocurrió para que esto virara en dirección opuesta al desarrollo que antes era promisorio para hoy tener un presente funesto? El periodista de El País descarta que la responsabilidad sea solamente de los mexicanos. Los Estados Unidos, el mercado más grande del mundo para el consumo de drogas y Europa misma, que también demanda narcóticos, son por supuesto parte de la ecuación de la problemática del mundo de las drogas.
Pero más allá de esto, el problema según Moisés Naím -la cual comparto- es que por décadas existió una perversa tolerancia frente a los narcotraficantes. Tácitamente, existía un acuerdo de no agresión entre políticos, líderes empresariales, medios de comunicación y gobernantes, con los cárteles de las drogas. También se atribuye a que el presidente Calderón se lanzó a una lucha contra los narcos sin contar con un plan preestablecido para asegurar medianamente su éxito, desbaratando con ello el equilibrio que otrora existía. Hay que incluir otra explicación que por supuesto está fundada, que los americanos, la economía más rica del planeta, tiene entre su ciudadanía un gusto importante por las adicciones, por lo que genera una demanda multimillonaria que va a parar a los bolsillos de los delincuentes, dotándolos de inmensas cantidades de dinero con lo que los narcos se vuelven poderosísimos. Además de que son los propios gringos quienes nos exportan las ametralladoras con las que miles de mexicanos han sido asesinados por la delincuencia organizada. Añade también que hay quien se atreve a decir que es una crisis de valores lo que nos ha llevado a esto.
La realidad es que es una suma de todo - así concluye el periodista ibérico- el achacar la perenne crisis económica y asumir que las reglas pueden ser siempre ignoradas, nos llevó desde la pequeñas faltas a las monstruosas atrocidades que hoy se cometen el país. La semana pasada, en este espacio se había escrito que ciertamente la ejecución del plan de recuperación de los espacios ocupados por los criminales no ha sido ni por mucho el mejor de todos, pero es una realidad innegable que es estúpido o perverso catalogar lo que está ocurriendo como la guerra del presidente de la república. El crimen estaba incubado hasta la médula, y de no haber actuado, hubiera sido cuestión de poco tiempo para que México todo estuviese ya en manos de los narcotraficantes, secuestradores y extorsionadores.
Sin embargo, Moisés añadió un dato más a su tesis que nos desnuda totalmente: "Hay otros datos sobre México que también son sorprendentes: en el 94% de los municipios del país no hay librerías y el índice de lectores de libros es uno de los más bajos de América Latina".
Según la Universidad Johns Hopkins, México tiene uno de los porcentajes más bajos del mundo de población activa ocupada en organizaciones civiles (0.04% en México; más del 2% en Perú y Colombia). Traigo a colación estos datos sólo para sugerir que el problema de México y su guerra tiene múltiples ramificaciones que van desde la política de Estados Unidos sobre drogas o venta de armas hasta el consumo de libros o la precariedad de su sociedad civil organizada.
"Para todo esto no hay soluciones simples, rápidas y que quepan en un párrafo. Pero la ineludible realidad es que el problema no es del presidente de turno. Es del país."
Hace unas semanas, en el primer encuentro de Charlas de El Siglo de Torreón, Carlos Loret de Mola decía que el principal problema de México es la carencia de una educación de calidad. Esto concuerda con el patético índice de lectura que tenemos los mexicanos que señala Naím. Es nuestra supina ignorancia colectiva la que presenta mayormente las condiciones para que prevalezcan las circunstancias que nos tienen viviendo este infierno.
A México no lo perdió las drogas y la violencia - obvio que causa un profundísimo daño- lo está perdiendo cada día nuestro escaso nivel cultural y casi inexistente hábito de lectura, que nos impide como sociedad reaccionar de mejor manera ante vicisitudes de gran escala como éstas. La ignorancia también propicia la oportunidad para crear una clase política rapaz, irresponsable e indolente que nos tiene sumidos en este abismo. Mientras esto no cambie, México seguirá por este terrible sendero irremediablemente.
eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx