Condolencias. El Papa Benedicto XVI pidió ayer por los afectados por el terremoto en Nueva Zelanda.
El Papa Benedicto XVI expresó ayer sus condolencias por las víctimas del terremoto de 6.3 grados en la escala de Richter que golpeó la víspera la ciudad de Christchurch, en el sur de Nueva Zelanda.
Durante la audiencia general de los miércoles, ante unas siete mil 500 personas en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Pontífice aseguró -al hablar en inglés- que reza por las almas de los fallecidos e invocó el apoyo de las organizaciones de socorro.
"Un nuevo fuerte terremoto, aún más devastador que el de septiembre, golpeó la ciudad de Christchurch, en Nueva Zelanda, causando una considerable pérdida de vidas humanas y muchos dispersos, sin contar los daños a los edificios", afirmó.
"En este momento -agregó-, mis pensamientos están dirigidos sobre todo a las personas que han sido duramente probadas por esta tragedia".
El obispo de Roma pidió a Dios dar alivio al sufrimiento y sostener a quienes se encuentran involucrados en las operaciones de auxilio además de pedir a todos unirse a él en la oración por todos aquellos que perdieron la vida.
Durante la audiencia pública de este día el Papa recordó a Roberto Bellarmino, un santo que -dijo- enseñó con su ejemplo de vida que "no puede existir reforma de la Iglesia si antes no existe una personal reforma y conversión del corazón".
Añadió que ese personaje, el cual vivió entre 1542 y 1621, indicó en sus obras como "norma segura del buen vivir y también del buen morir" meditar a menudo que se deberá dar cuenta a Dios de las propias acciones y de la propia existencia.
