La familia del ciudadano suizo Olivier Tschumi, de 49 años y padre de cuatro hijos, quien fue secuestrado en Cuernavaca, Morelos, rompió el silencio y pidió ayuda a su Gobierno, pues a cuatro meses del plagio no saben nada de él.
La hermana de Tschumi, Frédérique Santal, decidió hacer público el caso y convocó a los medios de su país para pedir que el Gobierno suizo les ayude, se involucre más y los apoye para esclarecer el caso.
Tschumi fue secuestrado en Cuernavaca el 19 de diciembre del año pasado cuando paseaba a sus perros en un bosque.
La embajada de Suiza en México confirmó el rapto en enero de 2010 a la revista electrónica swissinfo.ch, dedicada a difundir información de suizos que radican en el extranjero.
La Secretaría de Relaciones Exteriores, a solicitud de la embajada suiza, tomó conocimiento del asunto e hizo contacto con las autoridades mexicanas competentes.
Fue entonces cuando la Procuraduría General de la República atrajo el caso y ofreció, en marzo, una recompensa de hasta cinco millones de pesos a quien proporcionara información útil para la localización y detención de los secuestradores de Tschumi.
Han pasado cuatro meses y no hay información certera para la familia. La hermana de Tschumi expresó este lunes a la prensa y televisión helvéticas: "No sabemos si hablar de Olivier en pasado o en presente".
Narró que su madre se encuentra en Cuernavaca y diariamente hace el mismo recorrido: "mi madre va a hablar con las autoridades del Estado de Morelos, va a la policía, va a la morgue; está consumida de pena, pero desgraciadamente seguimos sin saber nada".
Tschumi, quien lleva 20 años viviendo en México y es un horticultor dedicado al negocio de la relojería.
Sus raptores contactaron al socio de Tschumi y exigieron 300 mil dólares de rescate, pero de momento solamente contaba con 10 mil dólares, que fueron entregados en dos sacos el 20 de diciembre y esperaban una "prueba de vida" para dar el resto del dinero.
Sin embargo, dijo la hermana de la víctima, tras recibir los 10 mil dólares los secuestradores no se volvieron a comunicar con el amigo de Tschumi ni con la familia, que desde entonces ha vivido presa "del silencio, la angustia y el miedo".