Gómez Palacio y Lerdo Violencia Gómez Palacio Buen Fin Gómez Palacio

PIÉNSALE, PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

El futuro se construye

Planeación prospectiva. ¿Qué va a pasar? ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Qué nos espera?... Estas y otras preguntas similares que nos hacemos, a veces con tono de desesperanza ante la realidad que estamos viviendo, quisiéramos que algún brujo o mago nos la respondiera. Quisiéramos tener una bola de cristal para ver el futuro. Pero el futuro no se adivina, se construye. El futuro no existe aún. Es cierto que al analizar las tendencias de nuestra realidad en base al pasado, pueden hacernos descubrir lo que puede suceder...

... si seguimos en determinado rumbo, pero precisamente si se cambia la realidad presente, el futuro deseado puede ser construido. Esto es el método prospectivo.

La prospectiva es una ciencia que tiene por objeto el estudio de causas técnicas, científicas, económicas y sociales que aceleran la evolución del mundo moderno, y la previsión de situaciones que podrían traerse de sus influencias conjugadas. El futuro no se predice. La prospectiva trata de entender el futuro para poder influir en él. De hecho, la prospectiva no trata de contemplar el futuro sino lograr que se realice de la mejor manera. La realidad es que vivimos en el presente, tenemos memoria del pasado y esperamos que ocurra el futuro que deseamos y que no ocurra lo indeseable. Sobre los hechos del pasado ya no podemos hacer nada... no tenemos gobernabilidad pero sí conocimiento. El pasado es el lugar de lo acontecido y de la memoria. Tenemos información de lo acontecido, lo cual nos sirve para explicar el presente. De hecho, el presente se explica en gran medida por el pasado. Lo que somos como país, como personas, se explica en parte, por las decisiones afortunadas o desafortunadas que tomamos en el pasado. Y a su vez, el futuro depende del presente porque las acciones que realizamos en el presente van a permitir moldear y acuñar determinado tipo de futuro.

Ante esto las preguntas sobre el futuro no debemos hacerlas a profetas, futurólogos, magos, adivinos (todos charlatanes). Tampoco a quienes creen tener el sartén por el mango a quienes les hemos cedido el manejo de nuestra vida, de nuestro país, de nuestra educación, de nuestro dinero... en suma, de nuestro futuro. Las preguntas deben ir dirigidas a nosotros mismos: ¿Para dónde vamos? ¿Qué debemos hacer? ¿A qué otros sitios podemos encaminarnos? ¿Qué no debemos hacer pues sería un error contraproducente? ¿Qué debemos tratar de impedir que ocurra o que otros hagan? ¿Qué debemos intentar que ocurra para que se configure el escenario deseado?.

El primer reto es repensarnos a nosotros mismos; descubrir el poder que tenemos para construirnos y construir nuestro futuro. Poner en actividad nuestras capacidades, nuestra libertad, nuestra creatividad, nuestra inteligencia, nuestra capacidad de amar, nuestra capacidad de trascender, de generar humanidad, cultura. Tener la experiencia personal con la realidad trascendente; con aquello que nos lanza más allá de nuestros límites egoístas y limitados: con el amor. Se requiere modificar nuestro presente para lograr un mejor futuro.

Sabemos que el futuro depende del presente porque las acciones que realizamos en el presente van a permitir moldear y acuñar determinado tipo de futuro... por ello decidimos en este presente emprender en nuestras vidas y en nuestras comunidades un itinerario formativo que nos permita ser libres y capaces de construir futuro. Decidimos hoy construir un escenario donde día con día construyamos pequeños pedazos del futuro que deseamos.

Ante la desesperanza de un mundo que sólo contempla la muerte como única seguridad, es necesario ofrecer prospectivas de un futuro utópicamente realizable. Para trabajar bajo esta metodología se requiere sin embargo ciertas actitudes básicas que debemos estar dispuestos a vivir, tal vez a costa de una verdadera conversión: Valoración de los carismas y servicios de los demás para construir juntos lo que sólo no podemos; compartir, dejando el egoísmo e individualismo; participar dejando la apatía, la desesperanza, el anonimato y la inanición; corresponsabilidad, que me haga sentirme solidario en un proyecto común que a todos nos corresponde construir; búsqueda de continuidad, que no desespere ante fracasos y sea capaz de vivir procesos formativos y transformadores, aun a largo plazo; unidad con los que viven esta visión y cuantos quieran construir este nuevo mundo; espíritu de servicio para dar lo que somos. Es cierto es todo una transformación personal, pero que vale la pena. ¿Por qué no? Piénsale.

Leer más de Gómez Palacio y Lerdo

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Gómez Palacio y Lerdo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 655687

elsiglo.mx