PIÉNSALE, PIÉNSALE
Con ocasión de la sentencia en la Suprema Corte de Justicia de la Nación a favor de las reformas constitucionales logradas en los estados de Baja California Sur y San Luis Potosí a favor del reconocimiento y protección de la existencia/vida de un ser humano personal, desde el momento de la concepción fecundación, es necesario poner a trabajar nuevamente nuestro pensamiento y no caer nuevamente en el juego de discusiones que polarizan y descubrir lo que hay más allá de estas discusiones que nos dividen y que...
...surgen periódicamente poniendo en confrontación valores que son defendidos en forma radical en un debate que no llega a nada en vez de un diálogo que busque la verdad. Los valores implicados son reales de una o de otra parte, pero la falta de diálogo, la búsqueda de intereses velados que impulsan la defensa de una u otra posición hace que a final de cuentas no se llegue a la verdad y la votación decide una u otra posición dejando siempre insatisfechos a los que pierden y esperando la revancha buscando intereses diversos a los valores que dicen defender. Porque es claro y evidente el derecho a la vida de un ser que científicamente comprobado, es totalmente diferente del padre y de la madre por tener desde su origen una estructura genética propia y única, una tendencia autónoma (autopoiesis) a su desarrollo por diferentes etapas de un mismo individuo que pertenece a la especie humana y que llamamos persona. Por otro lado, nadie puede negar el valor de la libertad y del uso de SU cuerpo de la mujer y que en el aborto la mujer es muchas veces inocente o la menos culpable. El problema es la confrontación irracional con argumentos que no son diálogo en busca de la verdad sino lucha de poder, de posiciones y tendencias generales en búsqueda de otros intereses que son muchas veces mezquinos y lo que menos les interesa son los valores que dicen defender. Todo es parte de una tendencia general que hay que desenmascarar. Les propongo, hoy, una pausa reflexiva en el camino de nuestra vida que, en este mundo cambiante, tiene el riesgo de absorber lo que los medios, como poderosos megáfonos de permisividad moral, de transgresión y superficialidad hedonista y consumista predican. Interpretar la nueva realidad social y cultural en la que vivimos que es siempre más compleja, no sólo por las manifestaciones exteriores sino, sobre todo, por las "ideas-ideologías" que están en el origen de esas manifestaciones y que van creando una nueva problemática cultural alérgica a lo que sabe a moralidad. Más que con moralismos, se trata de que intentemos encontrar respuestas eficaces a la nueva realidad que nos alienten a seguir con esperanza, optimismo y gusto considerándola como oportunidad para testimoniar nuestra fe en la vida, en lo trascendente, en el amor que vence al mal, en la razón que supera el engaño y que encuentra y se goza con la verdad.
La irrupción de nuevas ideas, en efecto, ha provocado grandes transformaciones en todos los campos de la vida social y la revolución francesa nos lo ha enseñado muy bien con su "liberalismo" radical. Sin embargo las nuevas ideas nunca habían sido tan radicales y perversas como las de las últimas décadas del siglo pasado y a la primera de este nuevo siglo XXI. Ideas que han generado, hoy, fenómenos sociales devastadores como: la globalización del capitalismo liberal como la economía del egoísmo y del individualismo; la obsesión consumista y hedonista; el terrorismo y los odios entre naciones; el crecimiento de la pobreza; la crisis de las grandes religiones; la dictadura del relativismo y el adviento de las tecnologías informáticas y biotecnológicas. Todos estos fenómenos han desorientado y desconcertado a todo mundo. La plataforma de seguridades éticas, religiosas, políticas y económicas, que había constituido la base de la vida social y mundial sin tantas turbulencias, se han hoy desintegrado. Se están debilitando los pilares tradicionales de la vida social, es decir, los valores y principios morales, juntamente a las instituciones, y el hombre ha entrado en profunda "crisis de identidad". De hecho, hoy no sabe ya quién es, para qué vive y hacia dónde va. La vertiginosidad de los avances científicos y tecnológicos ha creado una "hipertensión" global que no favorece ambientes de reflexión serena y objetiva que es a lo que pretende ayudar esta columna. La humanidad vive un momento de profunda confusión de valores y experimenta un angustioso extravío antropológico y ético a causa de la exclusión social de Dios y la pérdida de moralidad. No teniendo ya bases firmes y sólidas, la moralidad se encuentra dejada al azar y al dominio individualista de cada quien. Cada uno, por tanto, es productor de sus valores éticos, de sus principios y de sus dioses. La tiranía del relativismo se impone siempre más, destruyendo el soporte y la fundamentación misma de la moralidad debido a un concepto distorsionado e irreal de libertad, desconectada de toda verdad y, por lo tanto, incapaz de elegir según conciencia y de discernir lo que es bueno de lo que es moralmente malo.
Esto y otras causas que en otra ocasión reflexionaremos, traen como efecto en el aspecto legal la tolerancia jurídica que protege la permisividad generalizada y reflejándose en los divorcios exprés, los matrimonios entre parejas de un mismo sexo, los adulterios, la legalización del aborto y de úteros subrogados y la utilización de células estaminales embrionarias, etc. El surgimiento de una "cultura de muerte", que legaliza el aborto, la eutanasia y la experimentación con células estaminales embrionarias; promueve la anticoncepción y fomenta las técnicas de reproducción artificial en una auténtica conjura contra la vida y que utiliza el derecho para legalizar delitos y reconocer legislativamente derechos inexistentes, o sea "disparates legales". Las propuestas legislativas de legalización, más que de despenalización, del aborto y otras de índole similar se ubican en esta nueva realidad cultural globalizada de extravío antropológico, ético y jurídico-legislativo.
El reconocimiento del valor de la vida del hombre, desde su concepción hasta su fin natural es, sin lugar a duda, una "conquista de la civilización del derecho", sin embargo, en muchas sociedades, hoy, se asiste a una especie de "retroceso" de civilización, fruto inevitable de esa concepción de la libertad humana subjetivista y distorsionada, de la que hablábamos anteriormente. Aun el consenso, democráticamente logrado, tampoco es aceptable cuando de por medio hay valores, principios y normas que no dependen de ello, sino de la naturaleza humana, de esa ley moral natural que es fundamento, incluso, de la vida social humana y que a nadie le es lícito borrar. Además, el ámbito jurídico no puede invadir el campo de la ética, hasta convertir en bueno lo que es moralmente malo o en derecho lo que es legalmente delito. Por estas razones, el derecho jamás debería "liberalizar" el aborto y la eutanasia. La fuente última de los derechos humanos a la vida, a la integridad física, al respeto, a la salud y a la dignidad no se encuentra en la mera voluntad de los seres humanos, ni en la realidad del Estado o en los poderes públicos, sino en la esencia del hombre mismo y en Dios su Creador. Que los legisladores se arroguen poderes, que no les corresponden, en nombre de la representación del pueblo, es indebido y arrogante.
Un falso concepto de libertad subjetivista, desvinculada de normas éticas, de tradiciones y costumbres, de credos religiosos, de valores morales naturales y universales. Una libertad alejada de toda verdad y que tacha de "fanático" e "intolerante" a quien se atreva a proponer alguna verdad innegociable. El derecho por su propia índole y esencia, tiene la función de proteger y tutelar los grandes valores humanos; el no hacerlo es contrario a su finalidad y, desde luego, serían ilegítimas sus decisiones y sus leyes. ¿Crees que el afán obsesivo de "modernidad" es justificante para sacrificar valores e instituciones ya consolidadas? ¿No será más bien una verdadera regresión de la humanidad? ¿La legalización del aborto, eutanasia, y el reconocimiento jurídico de las parejas homosexuales será signo de modernidad? Piénsale.