Juan Pablo II estuvo 5 veces en México en vida, pero no se fue. Nuevamente ha movido multitudes en nuestro país como una misión post-mortem, por medio de las reliquias que, por todo el país, están siendo veneradas. El próximo primero de noviembre le toca a la diócesis de Gómez Palacio, que abarca a la comarca lagunera durangueña. Lerdo recibe las reliquias a las 8 de la mañana y la ciudadanía de Gómez a las 9 en el estacionamiento del restaurante Martin's para luego de una procesión por la calle Victoria recibirlas en la Catedral de Guadalupe en donde permanecerán hasta las tres de la mañana del día siguiente. Las reliquias consisten en una cápsula de sangre del Beato Juan Pablo II colocado en un relicario en forma de cruz y pegada al pecho de la figura de cera de tamaño natural...
...con ornamentos papales.
La promoción de la paz, tan deseada en nuestra patria, es uno de los principales objetivos de estas manifestaciones. Al analizar la realidad de inseguridad y violencia que se vive en México, caemos en la cuenta que estamos ante una problemática compleja y que la obligación de responder a los desafíos que representa corresponde a todos los mexicanos. No podemos huir de nuestra responsabilidad esperando la solución de un milagro del Beato Juan Pablo II. Pero el innegable amor que profesa todo el pueblo mexicano por Juan Pablo II, puede ayudar mucho a la promoción de la paz de diversas maneras: devolver la esperanza, promover la unión y solidaridad del pueblo mexicano, despertar los ideales y motivar la promoción de los valores para la paz, puede incluso ayudar a revertir tendencias en contra de la paz y convertir a quienes optaron por la violencia.
La Personalidad de Juan Pablo es inspiradora de paz. Son incontables las acciones reconciliadoras durante muchos conflictos mundiales que le tocó vivir. En su misma muerte reunió a jefes de todo el mundo y unificó a México en un solo llanto. Por eso que sin duda esta visita a nuestra Región Lagunera de Durango será provechosa. Hay sin embargo mucho que hacer aún para construir una paz verdadera con justicia y dignidad.
Juan Pablo II, el papa de la paz, puede ser una expresión que impresione, pues Juan XXIII tenía ese título con su encíclica Pacem in Terris (1963) y Juan Pablo parece que se distinguió mas bien por la defensa de los derechos humanos que por la promoción de la paz. Sus enseñanzas, sin embargo, ponen en evidencia, cada una a su manera, la estrecha conexión de estas dos temáticas. La paz no es solamente la ausencia de guerra, y Juan Pablo II no cesó jamás de desarrollar temas que constituyen todos en grado diverso de fundamento o de condición para hacer posible de la verdadera paz: Justicia, derechos humanos, perdón, libertad, respeto de la dignidad humana, verdad, etc.
En los años 80s. desarrolló la temática de los derechos humanos reconociéndolos y dándoles toda la importancia que se necesita para hoy (Redentor hominis, enero 2003). En 1982, promovió el desarme total y a la condenación de todas las armas atómicas, tema que aún sigue vigente no obstante el final de la guerra fría. En Octubre 1993 en la ONU el delegado del Vaticano (Mons. Renato Martino) declara ante la asamblea general la disuasión nuclear como un obstáculo al desarme nuclear auténtico y asegura una hegemonía inaceptable sobre las naciones sin armas nucleares. En febrero de 2003 Juan Pablo II se opone a la decisión americana de abatir por las armas el régimen del Irak. Juan Pablo II escribió: "la guerra no es una buena solución, es mas bien un fracaso de la humanidad, una aventura sin retorno. Por tanto de ciertas situaciones dramáticas es necesario desarmar al agresor"
El derecho internacional como garante de la paz comienza con el respeto de los derechos del hombre. La violencia la limita con muchas condiciones. En las instituciones internacionales Juan Pablo defendió los derechos de los pueblos débiles. Al inicio de su pontificado en 1978, la Santa Sede tenía relaciones diplomáticas con 84 estados. Hoy con 172. He ahí un papa que cree en las bondades de la diplomacia.
En concreto aquí en México, Juan Pablo denunció la injusticia y unificó a los mexicanos. Insistió mucho sobre los derechos humanos e hizo muchas otras cosas a favor de la paz. Actualmente Juan Pablo II nos puede dar una manita desde el cielo especialmente en tres factores que son fundamentales porque explican en medio de un mundo globalizado, por qué la violencia y el crimen organizado han encontrado terreno propicio para desarrollarse: La crisis de legalidad, el debilitamiento del tejido social y la crisis de moralidad.
Debemos quitar al actitud de considerar la ley como norma para negociar en vez de para cumplir. No solo exigir derechos propios sino saber y los deberes nuestros y los derechos de los demás. No tenemos respeto de las leyes ni interés por el funcionamiento correcto y transparente de las instituciones económicas y políticas. El signo mas elocuente de esto es la corrupción generalizada.
El tejido social debilitado a causa de las normas sociales y reglas de convivencia relajadas que ya no unen a la sociedad. El individualismo y la apatía han introducido en diversos ambientes la ausencia de normas que tolera que cualquier persona haga lo que le venga en gana con la certeza de que nadie le dirá nada. Juan Pablo II, refuerza nuevamente nuestro tejido social.
El debilitamiento de la cultura y la crisis de las instituciones causada por la crisis de moralidad, falta de fundamentación, vivencia y educación en los valores morales se refleja en falta de respeto a la integridad de las personas, la mentira y la corrupción.
Perdemos el tiempo cuando buscamos culpables o esperamos pasivamente que sea sólo el gobierno quien dé solución a problemas que son de todos los mexicanos. Debemos actuar ya, cada quien en su propio ámbito de competencia. Las autoridades con los recursos propios que le proporciona el Estado de Derecho para el ejercicio de su actuación; la sociedad civil, asumiendo responsablemente la tarea de una ciudadanía activa, que sea sujeto de la vida social, actuando en fidelidad a la conciencia y respondiendo a la exigencia de compromiso en la construcción de la paz, para la vida digna del pueblo de México.
Que este acontecimiento de las reliquias de Juan Pablo II en medio de nuestra región impulse los resortes necesarios en el corazón de cada uno para construir la paz con justicia y dignidad.