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PIÉNSALE, PIÉNSALE

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ARTURO MACÍAS PEDROZA

El acontecimiento guadalupano es un gran ejemplo de inculturación. ¿Qué es inculturar? Sencillamente adecuarse al receptor; evidente pero no frecuente. Si hablo a otra persona generalmente espero que él me entienda, que se ponga en mi lugar en vez de yo ponerme en el de él. La presencia española en el México de 1531 tenía un problema capital:...

Siendo profundamente cristiana (dispuesta a dar la vida por Cristo), no es cristiana en su forma de ver las cosas porque ha aceptado, incorporado completamente, la idea musulmana de evangelizar con la espada y a la fuerza. Eso es un impedimento radical, garrafal para una inculturación. Si se basa en el amor, el amor o es libre o no existe. Un amor impuesto se llama violación; un amor manipulado se llama prostitución. Si lo compro estoy prostituyéndome a mí, al amado y al amor mismo. Por tanto los españoles son ineptos para inculturar, pero no obstante estas deficiencias, ponen su mejor esfuerzo. España manda lo mejor que tiene en ese momento y esta gente hace lo mejor que puede. Por ejemplo, no hay diccionarios interlinguales-en el mundo todavía. Ellos los inventan aquí haciendo gramáticas, diccionarios, métodos para entender las lenguas indígenas, que son enrredadísimas para ellos; se meten a fondo y de forma admirable. Es genuino su afán, su interés y su entrega de adaptarse, pero no pueden.

La cultura, entendida como la forma en que se ve uno mismo y al mundo y la forma en la que me relaciono con él tiene que ver con muchos elementos: mi historia, mi psicología, mi lengua, mis prejuicios, mis traumas.., todo lo que influye en cómo estoy y cómo me veo es cultura. Puede ser buena o mala, pero es cultura.

El español se ve como adalid de Dios enviado con la espada a imponer la cruz; y lo que es peor, considera satánico, diabólico todo lo que no sea como él ve las cosas. Lo judío por supuesto es diabólico, lo emocional es diabólico, aun lo cristiano que no es como ellos es diabólico: Lutero, Enrique VIII es diabólico. El arzobispo de Toledo, obispo primado de España, Bartolomé Carranza, en la época de la aparición lo agarra la inquisición preso. Dicen que dice cosas que suena como Lutero. No le prueban nada, pero no lo sueltan. Imaginemos cómo van a actuar ante la religión mexicana. ¡Qué horror! El Diablo en persona con todo y cuernos y cola! No pueden aceptar en absoluto lo que es la cultura del pueblo mexicano. Hay una barrera infranqueable.

Paradójicamente nosotros mismos no conocemos bien la cultura que estaba imperando en el México de aquel tiempo. Es admirable lo que tenían de desarrollo cultural. Un ejemplo simple: Hace unos treinta años el hombre puso el pie en la luna como muestra de la potencia de la humanidad. De su Trabajo. Armstrong dijo ahí la famosa frase: "Es un pequeño paso de un hombre, pero un gran paso de la humanidad". Ciertísimo. Ahí estaba poniendo el pie Pitágoras, Galileo, toda la gente que había contribuido a desarrollar la ciencia, estaba poniendo el pie ahí junto a él. ¿Los indios mexicanos aportaron algo esencial a ese logro de la humanidad? Ciertamente aportaron algo importantísimo, esencial: alimentos. Sin ellos no hay vida y mucho menos cultura. En el mundo antiguo, es decir, África, Asia y Europa vivían muriéndose de hambre literalmente; arroz, trigo, mijo, son cereales muy buenos, pero bastante problemáticos. No había papas, no había maíz ni nada de lo que América dio al mundo; y el maíz que es la base de la cultura humana nutricional es una creación artificial de los indios americanos. El sueño de todo agricultor. Hay otras cosas de México al mundo, pero esto es sólo algo para descubrir que hay una cultura tecnológicamente avanzada antes de que los españoles llegaran.

Pero para el tema que nos ocupa, importa mucho más lo que pensaban ellos. De hecho hoy podemos ver en forma objetiva que tenían una filosofía y una teología admirables. Un español que mata en nombre de Dios es un cristiano incoherente. Tendrá buena fe, por supuesto, pero está en incoherencia con su fe. El mexicano no. Ellos pensaban que el mundo es lo que es: una lucha continua. Se están matando siempre sol, luna y estrellas. A la hora que se pone el sol, lo ven lleno de sangre y la tierra se lo traga. Lo eliminan luna y estrellas. Pero pasa después lo contrario. El sol sale y acaba con ellas. Esa evidencia cósmica para ellos no se discutía y en su mentalidad filosófica identificaban correctamente la vida con el movimiento. En su mundo sin motores ¿qué se movía más?, lo que nunca dejaba de moverse si había vida: el corazón. (sacrificios, sangre... todo entraba coherentemente en esta concepción).

Había otras ideas radicalmente diversas como la concepción de la verdad, de la divinidad. En resumen, hay una incapacidad cultural de incomprensión mutua entre España y México indígena, totalmente insalvable. Mucho más difícil que la separación entre, por ejemplo, tamiles y ceilandeses, españoles y vascos, irlandeses e ingleses, judíos y árabes, gente enteramente afín que tiene pocas diferencias culturales, más bien políticas y económicas, pero que son suficientes para que no se acepten jamás. Imagínense que alguien les dice que en cuatro días resuelvan el problema árabe-israelí. Sería imposible. Ese problema árabe-isrraelí es nada, comparado con la diferencia cultural de hace quinientos años entre España y México. Eso es un hecho objetivo.

Pero aquí sí se resolvió. Algo pasó que hizo que españoles e indios, sin cambiar se aceptaran mutuamente y naciéramos México como pueblo mestizo. Ese milagro increíble fue también sencillísimo. Cuatro días, una puesta en escena bastante sencilla: rayos, música de pajaritos, una niña vestida preciosa, un mensaje muy escueto en realidad, una imagen maravillosa, pero perfectamente normal para un español, un templo, una petición al obispo para que acepte hacer eso y ya. Eso fue todo. Eso cambió la historia del mundo al menos en la parte que somos nosotros. El mensaje de la Guadalupana logró integrar lo que parecía imposible.

Los estudios que profundizan esta temática permitieron darnos cuenta de algo que no veíamos. El hecho guadalupano es todo un fenómeno de inculturación que aquí sólo es mencionado escuetamente. Amamos a la Virgen de Guadalupe, pero no la entendíamos. No que la negáramos, pero no captábamos su profundidad. A la mamá en general se le ama. No se le estudia. Aun si mi madre fuera Nobel de Química eso para mí sería secundario. Es mi mamá y me quiere mucho y la quiero mucho. Lo demás es bueno saberlo, pero no me importa. En cambio si soy yo químico y quiero ayudar a otros químicos a hacer algún descubrimiento, puede ser importantísimo lo que hizo mi madre. Eso nos pasa hoy con la Virgen de Guadalupe. Tanta oposición que hubo, obligó a estudiar a fondo y en Roma como aquí se quedaron pasmados de lo que fue saliendo (y lo que falta). Comprobamos una cosa que siempre supimos, pero que no la tomamos en cuenta tanto como debiéramos: que Dios jamás da favores que sean favoritismos. Cuando Él da, lo da para compartirse. Somos no dueños sino administradores, encargados en plena confianza con esos dones para cumplir una misión. El pueblo de México tiene una función universal con el don de la Guadalupana. La Raza de Bronce de Vasconcelos está llamada a un papel protagónico. Tenemos esa vocación y responsabilidad que estamos apenas descubriendo. ¿De qué se trata? No lo sé, pero sin romanticismo ninguno, la esperanza de México es descubrir a fondo lo que Dios nos dio a través de María Santísima.

Piensen por ejemplo cómo una muchacha judía (María), toma un nombre árabe (Guadalupe), para ser patrona de Extremadura (la invasión) y alma de México. La pura persona de ella es ejemplo de inculturación: judía, árabe, española y mexicana simultáneamente. Eso es una pequeña muestra de ese gran acontecimiento guadalupano que en conjunto es increíble y que espera aún ser descubierto. Piénsale, pero esta vez, piénsale mucho. ¿Cuál será esa misión?

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