Mis amigos suelen polemizar en muchos temas. Lo interesante es que rara vez hay unanimidad de opiniones.
No solemos hablar mucho sobre religión o política, para evitar confrontaciones inútiles. Pero el sábado pasado, en la mesa del Parque, se armó una polémica que en verdad encendió los ánimos.
Debo precisar que en esa mesa nos encontrábamos tres egresados de los colegios jesuitas y tres de los lasallistas, más mi estimado Julio que no tomó partido porque él se educó en Valencia en colegios laicos, como el Carlos Vives y el Cid Campeador, así que no tenía vela en el entierro.
Pero, por un lado, estaban Luis, Jesús y Gabriel, educados con lasallistas y por el otro, Íñigo, Javier y yo, educados con los jesuitas.
La pregunta a dilucidar era; ¿Quiénes son mejores formadores: Los lasallistas o los jesuitas?
De entrada tenemos que admitir que los lasallistas son una orden formada para la educación. Que Juan Bautista De LaSalle inventó el sistema actual de educación, creó las aulas, los pizarrones y todo cuanto se requiere para impartir una educación presencial.
En cambio, los jesuitas se insertaron en la educación sin ser esa su meta principal.
Pero ¿de qué institución salían mejores alumnos? Yo creo que eso tenía más que ver con las cualidades personales de cada educando que con el tipo de formación.
Pero claro está que los lasallistas, decían que del Instituto Francés y los otros que de la Pereyra.
En aquellos tiempos, la rivalidad entre las dos escuelas era pública y notoria.
Los de la Pereyra, sostenemos que teníamos la mejor banda de guerra, el mejor equipo de futbol y los mejores en natación.
Los otros se defendían diciendo que ellos eran mejores y que además tenían banda de música (de la cual nosotros carecíamos) y hasta un establo había dentro del colegio.
Nosotros creemos que el establo lo pusieron porque abundaban los bueyes; y lo de la banda era sólo para ver si soplaban, pero ellos se sienten muy orgullosos de esos logros.
Sin embargo, aquí lo importante era el aspecto formativo; y en eso creo que los jesuitas, por ser más abiertos, más liberales, nos enseñaban mejor, porque nos ponían a disposición todas las teorías sin "marcar cartas" y pienso que los lasallistas eran más cerrados.
Yo recuerdo haber escuchado en la Pereyra las teorías de Darwin y las de la teología de la liberación, cuando en la mayoría de las órdenes religiosas estaban proscritas.
Recuerdo, también a mi maestro de Historia de México, alabando a Juárez, por haber hecho que: "La Iglesia retomara su verdadero camino, pues nada tenía que andar haciendo acumulando bienes materiales".
Eran mis maestros hombres de convicción, abiertos a todas las corrientes, liberales y religiosos, pero no fanáticos.
Nos enseñaban a leer y pensar. A debatir en público las ideas de cada cual; y aún a confrontarlas con las de ellos.
De los colegios jesuíticos, han salido grandes hombres; como también de los lasallistas. Pero los primeros con mentalidades abiertas y aún revolucionarias.
Y de entre los lasallistas hay mucho "bachán", como diría mi amigo Chuy.
No creo abusar, porque habíamos hecho un pacto: Luis defendería, el miércoles en este mismo espacio, la postura de los lasallistas y yo la de los jesuitas. Pero a mi querido Luis le ganó la víscera y prefirió el tema político. Así que mis amigos y adversarios se quedaron sin defensor, pero eso no es culpa nuestra. Casi diríamos que además de todo son: Rajones.
Pienso que los jesuitas son mejores formadores, por las razones expuestas y porque, mucho antes que los lasallistas llegaron a integrar una formación completa: desde la primaria hasta la universidad; y se han dedicado a esa labor con ahínco encomiable.
Que también tuvieron sus errores y a veces exageraban la nota y nos metían miedo, es cierto. Pero nos dieron las herramientas para tomar una decisión cuando tuvimos mayor uso de razón. Y sobre todo no nos traumaron.
Si la banda de guerra era mejor o en futbol nunca nos ganaron, eso es intrascendente. Lo importante es de dónde salían mejor formados los educandos y yo sostengo que de con los jesuitas.
No faltará algún egresado del Francés que quiera responder a estas líneas. Desde ahora le digo que está en todo su derecho, pero yo no voy a polemizar en estas páginas. Luis había quedado de defender ese punto y no lo hizo, que le reclamen a él.
Lo dicho, dicho está y sólo añadiré que dos de mis mejores amigos, ahora ausentes (Poncho y Manuel) fueron lasallistas, y ambos eran excelentes personas y entrañables compañeros de armas.
ADDENDA II
No puedo entender el porqué los adversarios políticos se empeñan en menospreciar el voto de más de setecientos mil electores y sostener, con argumentos trillados, que fueron engañados.
Si bien la política es pasión, cuando ésta se sube a la cabeza nos conduce a hacer muchas estupideces; nos torna obtusos e intolerantes.
En la democracia se gana o se pierde por muchos factores, pero es de hombres de bien reconocer las derrotas con dignidad sin tratar de justificarse echándole la culpa a otros.
Es tiempo de actuar con serenidad y ver para adelante.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".