En comentarios a la columna anterior y seguramente convencido por la propaganda oficial, un amable lector me acusa de "cobardía intelectual" por culpar al gobierno y no a los delincuentes de la escalada de violencia que desangra al país. Me dice, en otras palabras, que por miedo no señalo a los criminales y que mejor enderezo mis críticas contra el gobierno porque es menos riesgoso y hasta más cómodo. Creo que el amable lector no entendió lo aquí planteado y quiero creer que por falta de claridad de quien esto escribe.
La violencia está en el ser de los cárteles de la delincuencia organizada, pues sólo así pueden garantizar la prosperidad de sus ilícitos y multimillonarios negocios. De manera que los Chapos, los Tutas, los Mayos y demás personajes de la mafia, incluidos los poderosos políticos y empresarios con los que o para los que trabajan, son, a no dudarlo, protagonistas y responsables de esa violencia. Pero de que esa violencia recrudezca y escale, es responsable un gobierno que prohija la impunidad de los mafiosos incrustados o cobijados en su estructura y que, además, enfrenta el problema exclusivamente a balazos, sin atender suficientemente sus causas sociales y económicas, con una estrategia equivocada que mantiene por necedad, ineptitud o acaso por la deliberada decisión de cubrir un reacomodo del negocio y de paso atizar un ambiente de terror con fines de control social y político.
Ese es el criterio mediante el cual se buscan aquí explicaciones al porqué de esta violencia como las referidas en la entrega pasada: la subordinación de México a una estrategia impuesta por EU, la tardía exigencia a detener el flujo comercial de armas hacia nuestro país y la ineptitud de los aparatos de Inteligencia del Estado mexicano. En esta entrega me referiré a otras tres probables causas:
1. La corrupción que corroe a nuestro sistema judicial. Es imposible negar que está podrido tanto en la procuración como en la administración de la justicia. No hay mexicano que no crea que son corruptibles la mayoría de los MP y jueces, aunque debe haber honrosas excepciones. Los MP, siempre dispuestos a "arreglarse" antes de consignar a un presunto delincuente o de plano incapaces -por ineptitud o exceso de trabajo- de presentar acusaciones sólidas, sustentadas en investigaciones científicas y respaldadas en información abundante. Los jueces, a su vez, encuentran en tales insuficiencias la coartada perfecta para lavarse las manos o exonerar delincuentes mediante corruptelas. De ahí que muchos de los grandes capos o hasta los delincuentes comunes libren la cárcel o salgan muy pronto de ella, perpetuándose así la impunidad. Por ello la reconstrucción del sistema judicial debería ser pieza fundamental de la estrategia contra la delincuencia organizada.
2. La corrupción que corroe a nuestro sistema penitenciario, donde la rehabilitación es letra muerta, los reos pagan por privilegios o las autoridades carcelarias les permiten desde adentro continuar con la comisión de delitos o salir de noche para ejecutar venganzas de rivales. Cárceles en la que hoy como nunca se suceden fugas inverosímiles, como la de El Chapo Guzmán hace 10 años o fugas masivas que sólo se explican por la corrupción de las autoridades. Regenerar ese sistema penitenciario debería ser otra pieza fundamental de la estrategia contra la delincuencia organizada.
3. No hay investigaciones financieras sólidas tendientes a bloquear, por ejemplo, el flujo del dinero que produce el narcotráfico. Es decir, se falta al elemental principio detectivesco de seguir el rastro del dinero, el rastro económico. Hablamos, es cierto, de un negocio criminal que sigue reglas de un mercado no del todo visible. Algunos de los operativos han permitido el aseguramiento de maletas con miles de dólares, pero ese dinero sucio corresponde a un porcentaje muy pequeño de los flujos multimillonarios que mueve el narcotráfico. Las grandes tajadas se convierten normalmente en inversiones, casas, hoteles, automóviles de lujo, restaurantes, lo que hace visible a ese dinero sucio ya lavado. Ese dinero baja a México desde EU, el principal centro de consumo de drogas pero el SAT, por ejemplo, no ha sido capaz de detectarlo. No se sabe de acuerdos o convenios con EU para bloquear esos flujos. Esta es otra de las grandes carencias de la estrategia gubernamental contra el narcotráfico.
1. GOLPE. Buen golpe el que asestó ayer la Policía Federal al capturar a Jorge Balderas, alias El JJ, presunto agresor del futbolista Salvador Cabañas y parte de las operaciones de narcomenudeo en el DF.
2. MI INVITACIÓN para que me siga en twitter. Mi dirección es @RaúlRodríguezC. Ahí, si le parece, podemos compartir información y opiniones.
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