¿Por qué tengo más frío?
Así como algunos sudan aun estando sentados frente al ventilador, hay personas que sienten el frío con más intensidad que los demás. Las causas para esto pueden ser diversas, desde la alimentación hasta la presencia de un padecimiento aparentemente no relacionado.
Hace ya algunas semanas que en la mayor parte del territorio nacional nos despedimos de las muy cálidas temperaturas que veníamos sintiendo aproximadamente desde mayo. Podemos decir incluso que en septiembre ya notamos descensos notables en el clima. El invierno está cada vez más cerca. Los primeros signos del frío se dejan sentir sobre todo en las mañanas y por las noches.
Muchos celebran este cambio de estación, cansados de sudar bajo los abrasantes rayos del sol. Pero también hay quienes comienzan a temblar ante la sola idea de ver los termómetros marcando números más y más bajos. Hablamos de aquellas personas que incluso en verano llevan consigo un suéter para usarlo en la oficina o quizá en el cine o el teatro. Gente que puede ‘morirse de frío’ en pleno verano, mientras los que le rodean disfrutan la tibieza del día. ¿A qué se debe esta cuestión?
LA INFLUENCIA DE LAS GRASAS
Desde su aparición en el planeta, el hombre y la mayoría de los mamíferos han estado adaptándose a los distintos ambientes que hay en la Tierra. Nuestra fisiología exige un equilibrio general de las funciones internas con el espacio que nos rodea. Parte de éste tiene que ver con la sensación térmica. Para que un ser humano pueda mantenerse con vida regular debe presentar una temperatura corporal de 36.5 grados como máximo y 35.6 como mínimo; si esa barrera se rompe de forma drástica se corre el riesgo de morir en cuestión de minutos. Por ello, una vez que el cuerpo ha identificado los requerimientos de protección de su entorno, se manifiestan algunos mecanismos para garantizar la supervivencia.
Ante el frío existe lo que llamamos ‘reflejo de movilidad o titiriteo’: temblar de forma involuntaria al estar en un medio frío obliga a la movilidad de los músculos. Así, el sistema nervioso identifica la baja temperatura y el cerebro se encarga de enviar la señal a las extremidades sobre la necesidad de movimiento. Algunas de las sustancias que intervienen en este proceso son la adrenalina y las endorfinas, las cuales facilitan el flujo de sangre a todo el organismo.
Para la supervivencia a largo plazo en climas gélidos se han desarrollado otro tipo de adecuaciones; aquí la alimentación se vuelve un factor clave para comprender los cambios en el cuerpo.
Una de las sustancias básicas presentes en cada persona es la llamada grasa o componente lipídico, misma que actúa como una capa protectora debajo de la epidermis (el primer nivel de piel) para filtrar la humedad y regular la temperatura. La regla general nos diría entonces: a mayor grasa corporal, más calor.
Los lípidos son concentrados en el organismo mediante el consumo directo de los mismos, a través de los alimentos. En la mayoría de los humanos, funcionan como energía de reserva para el desgaste calórico en el frío y el primer método impermeable contra la variación del clima.
Desde esta perspectiva fisiológica podemos concluir que, en principio, la gente delgada es la más friolenta, y que una modificación en su alimentación (agregando una cantidad suficiente de grasas) podría ayudar a solucionar el problema.
No obstante esto no siempre ocurre así, ya que en ciertos casos hay factores independientes que ocasionan en los individuos la sensación de frío a pesar de los niveles de lípido en su cuerpo.
Haciendo un paréntesis, en el mismo tenor comúnmente se cree que la sudoración excesiva está siempre ligada al sobrepeso, es decir a la cantidad concentrada de grasa en un sujeto; no obstante también existen alteraciones internas que pueden influir de manera singular para el calor individual.
¿TERMOSTATO DESCOMPUESTO?
Cuando alguien sufre en exceso el frío, sintiéndolo mientras el resto de las personas aseguran que no lo hay, es probable que tenga algún tipo de afección. En un muy alto porcentaje de los casos se trata de una variación hormonal, aunque asimismo puede deberse a bloqueos linfáticos diversos, problemas de circulación, de tiroides o incluso a anomalías nerviosas. Debemos recordar que cada ser humano cuenta con diferentes reflejos psicológicos ante los distintos ambientes, e igualmente considerar el factor psicológico (estrés, desórdenes de la personalidad y otros trastornos) como una alternativa que pueda estar causando la hipersensibilidad al frío.
Para contrarrestar dicha sensación es necesario llevar una dieta adecuada, bien balanceada, que tenga nutrientes procedentes de todos los grupos de alimentos, incluyendo grasas. Y no exponerse innecesariamente a los cambios drásticos de clima, sobre todo a la hora de trasladarse de un espacio a otro.
Cuando el organismo ‘pide’ un suéter en lugares artificialmente helados (como los cines o las oficinas) hay que escucharlo, a fin de prevenir algún resfrío y simplemente evitar la incomodidad.
Pero si en esta o cualquier época para usted el frío llega a ser fuente de una molestia insoportable, a tal punto que le dificulte la realización de actividades normales o le provoque un temblor incesante aunque esté muy bien abrigado, es indispensable que consulte a un médico, a fin de que lo revise detenidamente y lo ayude a contar con un diagnóstico apropiado que le permita identificar el origen de este helado síntoma.
Correo-e: riturriaga@elsiglodetorreon.com.mx
Fuentes: Médico General Felipe Navarro; Cardióloga Sandra Nagay, especialista en Nutrición.