Todos los ejecutivos preferirían ingeniárselas con asistentes que fueran excelentes ejecutoras con iniciativa propia, que llevaran a cabo muy bien y con prontitud un cúmulo de tareas, sin necesitar ninguna guía o respaldo y sin cometer errores. Únicamente los peores gerentes actúan como si esta fantasía pudiera ser real.
Los gerentes más experimentados, en contraste, prefieren no trabajar con este tipo de superestrellas, pero tampoco seleccionan como asistentes a aquéllas que no están motivadas para triunfar. Por otra parte, no hay que olvidar que estos jefes están en la mejor disposición de ayudarte a aprender y crecer.
Pero si tú quieres llamar la atención de los ejecutivos más importantes, debes saber que lo primero que ellos esperan, es que asumas la responsabilidad de tu rol, así como de tu conducta en esta relación. Si tú quieres que tu jefe te dirija, también tú tienes que dirigirlo; aunque tengas un excelente jefe, también tiene días conflictivos y comete errores en el proceso de la relación.
No importa quién pueda ser tu jefe, no importa cuáles sean sus preferencias y cuál sea su estilo. Hay cuatro elementos básicos que debes de obtener de tu jefe.
1. Expectativas claras y razonables, incluyendo guías específicas de trabajo y horarios.
2. Las habilidades, equipo y recursos necesarios para cumplir con las expectativas.
3. Retroalimentación precisa y fundada acerca de tu actuación, así como correcciones razonables cuando sea necesario.
4. Un justo "quid pro quo" -reconocimiento y recompensa- a cambio de tu desempeño.
Si logras construir y mantener una relación comprometida con tu jefe vas a lograr un escenario de trabajo muy exitoso. Este equipo jefe-asistente va a tener menos problemas, menor gasto de energías y va a recibir reconocimientos y recompensas por sus esfuerzos.
La clave para salir adelante en el mundo de hoy -altamente competitivo, cambiante y globalizado- es ser realmente eficiente y aportar valiosas contribuciones, así como adaptarse a los constantes cambios de las circunstancias.
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