La posmodernidad o Sociedad del Conocimiento, está generando variantes en el ser humano y su comportamiento. Mayor estatura gracias a mejor alimentación y menor índice de morbilidad; cuidados para la conservación de la salud; complexiones delgadas y cuerpos trabajados en gimnasios; esperanza de vida de casi cien años, en condiciones para desear vivirlos, son algunos buenos ejemplos. Los cambios también alcanzaron la estructuración de la vida económica mundial: la globalización con mayor productividad y, paradójicamente, distanciamiento entre países ricos y pobres, con oportunidades brutalmente distintas entre necesitados y enriquecidos. En el campo social: la rejerarquización de valores y la aparición de otros poco considerados anteriormente, caso de la ecología, que cambiaron conceptos, ritmo y orden de vivir entre las sociedades actuales. Las instituciones sociales han sido rebasadas por su inadecuación a los tiempos modernos, caso de las congregaciones religiosas y algunas no gubernamentales, que han dejado de ser eficientes en sus funciones sociales. También las instituciones de gobierno, inoperantes, llegaron a ser carga económica y social. Los políticos, sacerdotes y maestros, han dejado de ser emblemas de autoridad y respeto, al fallar como personas. Los medios de comunicación han sufrido una evolución vertiginosa: de la prensa escrita y radiotelevisiva, ahora encontramos la Internet y los manejos de redes sociales, que han hecho obsoletos los medios tradicionales y han rebasado a quienes intentan ejercer el control y monopolio de poder y fuerza. Todos estos cambios, a los que usted seguramente podrá agregar otros varios, han generado un nuevo ser humano: mujeres y hombres con una mentalidad diferente, hasta irreverente, con visión constituida por información sobrada, a veces por desinformación generadora de desorientación. Entre las instituciones que se tambalean podemos incluir a la familia tradicional, hasta hace poco considerada intocable, con influencias de variantes como las de vida monoparental, relación de parejas homosexuales y su derecho a adoptar, gestación subrogada, etc. De los valores humanos, el principal, el derecho a la vida, también es cuestionado en disertaciones sobre paternidad responsable o el derecho al aborto, particularmente el criminal y la eutanasia o muerte asistida. En el plano sexual, también hemos tenido importantes cambios de mentalidad, por los embates de la posmodernidad. El sexo ha sido reconceptualizado, hasta llegar a ser simple satisfacción física, ocasionalmente emocional en términos de ejercicio de poder y/o careciendo, muy frecuentemente, de los ingredientes dados por el involucramiento o enamoramiento de la pareja. Sólo las parejas que han considerado ser compatibles, hacen un esfuerzo limitado y aceptan vivir en unión libre por un tiempo determinado, buscando “identificación de metas” y, dado el caso, considerando como más importante la realización de sus propias personas en términos de profesionalización, logro de objetivos materiales, viajes, diversión y finalmente reproducción. El doctor Alberto Rish López, de la Asociación Mexicana de Sexología, afirma, al referirse al concepto de vida moderna, que: “vivimos en una sociedad con determinantes emocionales o psicológicas que varían a través de la historia, ya que es una conducta sujeta a cambios o influencias de orden social, religioso, medioambiental, así como de avances tecnológicos y científicos sujeta a condiciones particulares de la vida contemporánea, como son el estrés que se vive en muchas de las grandes capitales, así como el aumento en los índices de alcoholismo, tabaquismo y las demandas propias de los ritmos de vida actuales”. También escribe: “no hay ninguna otra especie que dedique tanto tiempo a la sexualidad, pudiéndose afirmar que prácticamente no pasamos día alguno que no tengamos un acto o un pensamiento relacionado con el sexo”. Estas particularidades han llevado a algunos países europeos al descenso en sus tasas de natalidad, poniendo en peligro la propia etnia. Los latinos, aunque estemos un poco atrás en ese “desarrollo”, por los embates recibidos cada día, nos vamos involucramos en lo han dado por llamar “sexo posmoderno”. Entre los jóvenes mexicanos –laguneros– aún hay satisfacción en el cumplimiento del compromiso moral, económico y legal; sin embargo, la libertad sexual también está ampliada hasta llegar a límites del libertinaje y habría que discutir si ese es el mejor camino. Lo cierto es que se observan, acrecentadas estadísticamente, algunas psicopatologías en el mundo occidental: desde el Síndrome Burn Out, hasta la neurosis manifiesta, impotencia y la insatisfacción sexual. Zygmunt Bauman, filósofo polaco, ha escrito “Modernidad Líquida y Fragilidad Humana” ahí define el problema: “Este fenómeno compromete al hemisferio norte y a los pobres del sur. El deslumbre del consumo, el relativismo ético, el sentimiento de desencanto, el sabernos escasamente solidarios, etc., es un fenómeno que hermana y golpea a la humanidad y somos conscientes de ello”. Le pregunto: ¿realmente somos conscientes de ello?, o ¿habremos perdido la libertad de elegir sin tener plena conciencia? Con la tecnología desarrollada por los avances científicos: ¿la sociedad es más feliz que antaño? ¿Usted qué opina? ydarwich@ual.mx