"La experiencia internacional demuestra que la imposición de un precio único obliga a los consumidores a pagar precios más elevados por los libros."
Comisión Federal
De Competencia
On muy pocos los lectores en México. Podría uno pensar, por lo tanto, que tiene poca importancia que la industria editorial nacional y las importadoras de libros se hayan coludido con los diputados y los senadores para prohibir los descuentos en los precios de los libros de nuestro país. Quienes leen libros en México son unos privilegiados y, según este cartel, pueden pagar más por los libros que compran.
El llamado "precio único" para los libros fue diseñado para disminuir la competencia y favorecer a los dueños de las casas editoriales y a los importadores de libros. La acción, sin embargo, puede tener consecuencias muy negativas no sólo para la lectura sino para la economía nacional.
Si la Suprema Corte de Justicia, que está a punto de considerar esta ley, acepta el precedente de que es constitucional prohibir los descuentos en los libros, los políticos podrán ampliar sin rubor esta medida a otros productos, como los alimentos o la vivienda. El resultado será restringir la competencia y obligarnos a los mexicanos a pagar precios más altos por los productos que consumimos.
Los descuentos son una forma natural en que el mercado permite la reducción de precios de algunos productos para generar mayores compras. Para algunos consumidores, particularmente los de menores recursos, los descuentos permiten elevar el poder de compra de un ingreso reducido.
Los vendedores y distribuidores no dan descuentos por ser almas de la caridad sino porque esto les permite mantener u obtener participación de mercado. El procedimiento es común en cualquier mercado libre. Los miércoles de plaza, los Julios Regalados o los 18 meses sin intereses son formas de descuento que atraen la atención del consumidor.
En el mundo del libro los descuentos han sido una forma tradicional de atraer clientes. Librerías como Gandhi, que durante años encabezó Mauricio Achar, una de las figuras más respetadas de nuestro mundo editorial, generaron interés en la lectura a través de ofertas en los precios de los libros. Cientos de miles o millones de mexicanos que nunca se hubieran atrevido a entrar en una librería, por otra parte, pudieron comprar libros gracias a las ofertas que ofrecían los supermercados.
La prohibición a los descuentos en los libros tendrá consecuencias negativas inevitables para la lectura. Por una parte, elevará los precios de los libros y hará más difícil por lo tanto que los consumidores puedan interesarse en la lectura. La otra consecuencia será afectar la rentabilidad de las librerías en lugares remotos del país. Si un libro tiene obligatoriamente que venderse al mismo precio en la ciudad de México y en el cerro más inaccesible de la república, será difícil encontrar a alguien dispuesto a llevar el libro a los lugares más distantes. El precio que se fije para el país será o demasiado elevado para los mercados de más fuerte consumo o insostenible para los más aislados.
Esperemos que los ministros de la Suprema Corte de Justicia entiendan que este precio único del libro no es una medida para la promoción de la lectura. Todo lo contrario: se trata de una acción monopólica, que viola el artículo 28 de la Constitución, que tiene como propósito es eliminar la competencia y enriquecer a los grandes editores, importadores y libreros. Esto puede entenderse, pero no cuando se hace a costa de los consumidores a través de una acción monopólica.
BOLSAS Y RESERVA
Las bolsas subieron fuertemente ayer. El índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana subió 3.22 por ciento. El Nasdaq aumentó 4.29 por ciento. El alza, sin embargo, proviene de la idea que la Reserva Federal aplicará un nuevo programa para inyectar dinero a la economía. Y ya hemos visto que esas medidas producen crecimiento artificial, pero sólo durante un tiempo.
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