"Lo que este país necesita es más políticos desempleados."
Winston Chrchill
Mamá, mamá, en el Senado me hicieron caso. Por eso promovieron la iniciativa del primer empleo.
Éste es el tipo de propaganda en que el Senado y otros poderes gastan el dinero de los contribuyentes y el tiempo de los medios de comunicación. Ningún político se atreve a señalar que estos programas son un rotundo fracaso.
Los programas de primer empleo buscan dar a las empresas beneficios fiscales, usualmente una deducción del impuesto sobre la renta, a cambio de ofrecer a una persona su primer empleo. Originalmente fueron ofrecidos por el gobierno federal panista con un fracaso total.
Los senadores de todos los partidos, siempre deseos de ofrecer algún tipo de regalo a la población con cargo al erario que pueda generarles votos, han ofrecido una nueva versión. No hay tampoco ahora ninguna indicación de que las empresas creen empleos, con toda la burocracia y cargas fiscales que esto implica, para llevarse una deducción del impuesto sobre la renta de un máximo de ocho salarios mínimos. A lo mucho algunas empresas que se ven en la necesidad de realizar contrataciones recurren a esta deducción una vez que dan trabajo a alguien que permite esa deducción. Pero es falso que cualquier empresa cree un empleo para aprovechar la ventaja fiscal.
Los programas de primer empleo son, para empezar, discriminatorios. ¿Por qué debería haber un mejor tratamiento fiscal cuando se da un empleo a una persona que nunca ha trabajado que a alguien que tiene 45 o 50 años de edad y que está desesperado por conseguir trabajo en un mercado que discrimina abiertamente a los mayores de 40? El Senado no está haciendo más que respaldar prácticas dañinas para la economía y para quienes tienen menos posibilidades de conseguir empleo.
Los programas gubernamentales para crear empleos suelen ser muy costosos y poco eficientes. Consideremos el caso del Fondo Pyme de la Secretaría de Economía. Según el análisis de la cuenta pública de la Auditoría Superior de la Federación este fondo tuvo un gasto total de 5,379 millones de pesos en 2009. El dinero sirvió para apoyar a 10,782 empresas a un costo promedio de 309,600 pesos para cada una. Las firmas respaldadas generaron un total de 281 nuevos empleos formales. Esto quiere decir que cada nuevo empleo generado por este esquema costó 11.8 millones de pesos (Reforma, 21.2.11).
La verdad es que a estos costos la creación de empleos se vuelve prohibitiva. Esta Ley de Fomento al Primer Empleo, según la Secretaría de Hacienda, costará 7,600 millones de pesos. Pero poco importa esto a los políticos. En los anuncios que el Senado difunde en los medios de comunicación nunca hay este tipo de consideraciones. Nunca se nos dice cuántos empleos se crean realmente con este tipo de programas. Nunca se advierte cuál es el costo fiscal por cada trabajo. Lo que buscan los políticos no es que los ciudadanos tengan más empleos sino que ellos puedan hacer caravana con sombrero ajeno.
Si realmente el gobierno o los legisladores quisieran crear nuevos empleos reducirían las cargas fiscales que genera cada trabajador. No discriminarían, por supuesto, a los trabajadores de más edad frente a los más jóvenes. Para una empresa pequeña, y son éstas las que generan el 85 por ciento de los empleos de nuestro país, es muchas veces más eficaz como incentivo para generar empleos el poder realizar su trabajo sin intervenciones de la autoridad que la mayor de las deducciones fiscales. Los políticos, sin embargo, viven, y viven muy bien, del negocio de engañar a los ciudadanos.
Es difícil imaginar al PRD sin Andrés Manuel o a Andrés Manuel sin el PRD. La separación entre ambos, sin embargo, es cada vez más evidente. Yo simpatizo con la insistencia de López Obrador de evitar una alianza entre el PRD y el PAN. Pero ningún partido puede aceptar que un ex dirigente se convierta en dictador perenne de la organización.
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