Si un niño que escucha música y buenas palabas desarrolla un corazón compasivo y hermoso, ¿cómo se desarrollará entonces el corazón de otro que escucha palabras tan amenazantes como guerra, narco, mutilados, secuestros y violencia brutal? ¿Cómo si en la tele sólo mira momias, tumbas, huesos, fantasmas y apocalipsis? Reconozco las condiciones de inseguridad y violencia extremas por las que atravesamos, pero no creo que insistir morbosamente en ello contribuya a la salud mental y a la seguridad emocional que todos necesitamos. Creo que los mexicanos tenemos energía para corregir el rumbo, sólo necesitamos es encauzarla en la dirección correcta.
Me niego a permitir que la mala vibra, el mal-decir; me arruinen la vida y marchiten mi esperanza. Como todo el mundo, soy capaz de ver el reguero de sangre, pero veo también una participación y una movilización social como nunca antes. Percibo que el pueblo resignado y agachón que generó la dictablanda PRIista; ha quedado atrás.
Hoy somos una sociedad civil, alerta y comprometida y México es mucho más que la noche oscura que atravesamos. Contra la muerte la poesía/ contra la pérdida de lo amado/ contra el olvido/ como consuelo y como verdad del corazón y el mundo/ la poesía. (Juan Gelman) Yo elijo voltear hacia la luz y entusiasmarme con la antorcha que encendió en Guadalajara los Juegos Panamericanos en los que participan confiados y felices cientos de jóvenes atletas. Con los ojos de la imaginación y un poco de envidia, puedo mirar las calles tranquilas donde pasean figuras internacionales como Quentín Tarantino, Salma Hayek, Marisa Paredes y tantos otros que esta semana han hecho presencia en el Festival Internacional del Cine de Morelia.
Elijo mirar hacia los callejones de Guanajuato donde convocado por la espléndida propuesta cultural del Festival Cervantino, comparece el turismo en oleadas para disfrutar de la Orquesta sinfónica de San Petersburgo y las mejores bandas internacionales de Jazz. De las compañías de Teatro que como todos los años por estas fechas, llegan de Suecia, Hungría, España, Francia, Nueva Zelanda para enriquecer ese Festival.
Me paseo por el Zócalo de esta capital donde en lugar de los plantones de exelectricistas, de los encuerados de los Siete Pueblos (vaya usted a saber cuáles pueblos) o las huestes de López Obrador que suelen invadirlo; en estos días de octubre la enorme plancha ha sido tomada por los libros. Conferencias, coloquios, talleres de escritura, de lectura, de poesía atraen a niños y jóvenes al banquete cultural. Recorro lo que antiguamente fue la aristocrática calle de Plateros y hoy es la peatonal y popularísima calle de Madero, donde una ciudadanía confiada y tragona llena bares y cafeterías, o mientras camina va comiendo elotes, tacos, tamales, manzanas acarameladas y algodones de azúcar.
Me sorprendo con la audiencia que paga más de mil pesos para escuchar y mirar en la enorme pantalla de alta definición del Auditorio Nacional, la retransmisión de la temporada de Ópera del Met de Nueva York.
Y para completar el menú, acabo de recibir la noticia de que en el Salón Inglés del hotel Marriot en Torreón, la Sociedad de Escritoras Laguneras presentará próximamente su libro "Pautas Sobre Arena".
"Es deseable que el espíritu impulse a la música y otras artes y ciencias, y otras formas de hacer que renazca la vida, permitan a nuestro país, escapar de la pudrición que no es destino inexorable", escribió en su Plaza Pública el recién fallecido Miguel Ángel Granados Chapa, quien fuera uno de los más lúcidos periodistas de nuestro tiempo.
México tiene su parte luminosa y es en ésa en la que hay que enfatizar y no en la sobredosis de información sórdida y oscura con que alimentamos el corazón de nuestros niños.
Octubre es sin duda un mes de abundancia. El calor ha cedido, las lluvias han remitido y las calles alfombradas de hojarasca invitan a bajar el ritmo y a tranquilizarnos. Es tiempo de recoger los frutos del trabajo que comenzamos remontando la cuesta de enero, atravesando con dificultad el polvoriento febrero y la locura de marzo. El abril del niño y el mayo de pura madre.
Perdonen que no me sume a las filas ya demasiado largas de los frustrados. Prefiero apostarle al optimismo. Contra la narcoviolencia y la descomposición propongo cultura, deporte, libros. Propongo cumplir de una buena vez la asignatura pendiente y urgente de rescatar la educación de las manos mercenarias en que se encuentra todavía. Propongo que lloremos a nuestros muertos, pero apostemos al compromiso y a la vida que es lo que toca, y el único espacio desde donde podemos corregir nuestro maltrecho destino nacional.