Por: Coty Guerra
MI HERMANO JOAQUÍN
Dice la Biblia que "nadie es profeta en su tierra", sin embargo, contigo se hizo la excepción que confirma la regla. Desde que empecé a escribir en El Siglo de Torreón tú has sido mi lector más asiduo. Cuando no veías mis artículos (porque no los había escrito) inmediatamente me llamabas para preguntarme cuál era la razón por la que no aparecían, cosa que desde el fondo de mi corazón yo te agradecía que fueras mi "fan" (aunque jamás te lo dije) porque siempre te he considerado una persona culta, mesurada y con amplio criterio.
Fuiste mi compañero y "maestro" de mis juegos infantiles, me enseñaste a bailar al trompo, al balero, las canicas, a dominar los zancos, a patinar, a andar en bicicleta y a manejar el carro de la casa; me convidabas a jugar beisbol, en una época en que, afortunadamente, la diversión era jugar en la banqueta y la convivencia vecinal. En la etapa de la adolescencia, además de enseñarme a bailar, nunca te negaste a llevarme a las fiestas particulares, los "quinceaños", las tardeadas y los bailes en el Casino, El Campestre o la Covadonga en San Isidro, cuando el asistir a esas reuniones realmente significaba bailar y divertirse sanamente. Recuerdo, asimismo, con mucha nostalgia nuestras estancias en Parral a visitar a las tías, junto con Alfonso, lo que era fantástico porque en una familia tan numerosa como la nuestra (11 hermanos), uno permanecía en el anonimato y allá éramos los reyes de la casa, y mis papás nos dejaban ir tranquilamente porque tú eras quien nos cuidaba.
Ahora que estás pasando por una etapa difícil, añoro poder comunicarme contigo para comentar las situaciones familiares, los logros y las tristezas; el suceder cotidiano en nuestra ciudad, en el país y en el mundo; y las cosas banales como el futbol, la televisión, etc. Pedimos a Dios N.S. que te cuide y te devuelva la salud, para que sigamos conviviendo con esa bondad que te caracteriza y ésa fe tan grande que siempre has conservado durante toda tu vida, y que sigas disfrutando a tus hijos y a tus nietos Anasofi, Regina, Samy, Ricky, Samia y Samantha, que extrañan a su abuelo cariñoso y complaciente.
Joaquín, ya alíviate; te necesitamos.
(Amigos: te pedimos oraciones para su recuperación, gracias).