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¿Qué quieren los que no quieren?

Minutario

GUILLERMO SHERIDAN

La Cámara de Diputados ha aprobado una reforma constitucional que hace obligatorio el bachillerato y se fija un lapso de 10 años para alcanzar tal meta. La reforma se construye sobre la teoría de que los 6 millones y cuarto de jóvenes mexicanos que -hoy- tienen entre 16 y 18 años desean cursar el bachillerato y que los que se acumulen en 10 años desearán lo mismo. Es un propósito encomiable que, todo parece indicarlo, también es ilusorio.

Las cifras (que pueden leerse aquí: http://www.slideshare.net/martin_mancilla/sistema-nacional-debachillerato-sep-1-original-presentation) propician el escepticismo: 3 millones 800 mil estudiantes ingresan a prepa cada año. Eso está muy bien. Pero un millón 520 mil de ellos la abandonan (el 40%), lo que está muy mal. Y 725 mil de quienes la abandonan no estudia ni trabaja, lo que está peor.

De los 2 millones 200 mil que concluyen el bachillerato, medio millón llega a la universidad, aunque sólo el 50% entre ellos habrá de recibirse (como dice aquí: http://www.noticiasdot.com/publicaciones/2003/1003/3110/noticias311003/noticias311003- 5.htm).

¿Es culpa del sistema? Que el 30% de los jóvenes que tienen 15-16 años al entrar a prepa abandone sus estudios por "falta de dinero o tiene que trabajar" es deprimente. Pero que el 41% de los estudiantes lo haga "porque no quiso o no le gustó estudiar" es para enfurecer.

El 31% de los que tienen 19 años y alcanzan el último año la abandona "porque no quiso o no le gustó estudiar", y el 35% por "falta de dinero o tiene que trabajar".

Los porcentajes de los que "no quieren o no les gusta" estudiar son muy graves. No es ya un asunto de poder estudiar, sino de querer hacerlo. Hay programas de becas y subsidios que han reducido en algo el porcentaje de los que sí quieren y no pueden, pero sigue siendo mayor el de los que simplemente no quieren (más allá de que puedan). Un porcentaje altísimo que lastra las aspiraciones de México por convertirse en un país más funcional y menos injusto. (El 96% de los coreanos, el 90% de los norteamericanos y el 90% de los canadienses tienen educación media superior, contra el 25% de los mexicanos).

En 2013 la demanda de educación preparatoria se habráduplicado en proporción a 2009, y no hay razones para suponer que las estadísticas negativas no habrán de duplicarse también, incluyendo las de aquellos que "no quieren o no les gusta" estudiar. Como es comprensible, no escasean los movimientos, partidos y grupos de interés que medran políticamente con los "excluidos" (una palabra cargada de resonancias franzfanon) y, al hacerlo, desplazan o evaden el otro, el verdadero problema: el de los que "no quieren o no les gusta" superarse. Y de unos días para acá -entusiasmados con lo que ocurre en Londres y en Chile-, previsible también, se afina el coro de quienes azuzan a tomar las calles tanto a los "excluidos" como a los autoexcluidos. Quizá los que "no quieren o no les gusta" estudiar sí quieran entrarle al caos. Qué extraño ritual éste de politizar el ingreso a las escuelas y universidades y despolitizar el egreso y la eficiencia terminal. Por lo que a mí toca, creo que hay una solución, una sola solución, mucho más realista y pragmática y, sobre todo, de eficiencia demostrada. Diré cuál es la semana que viene...

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