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Desde el origen de los medios, en una búsqueda por hacer de la radio y la televisión un medio más interactivo se diseño un género que al parecer podía no solo resultar interactivo, sino que además resultaba gratamente entretenido: Los programas de Concurso.

Primero en la radio, luego en la tele, pero siempre con la participación por parte del público. Los programas de concurso son una fórmula sencilla, la gente participa para ganar algún premio, regularmente otorgado por los patrocinadores del programa, y los premios pueden ir desde un sencillo álbum musical, boletos para el cine, conciertos, camisas o hasta la entrega de casas, un auto “nueeeeevo de paquete”, viajes o dinero si respondes correctamente la pregunta de los 65 millones.

Los programas de radio en su origen invitaba a los participantes al estudio para competir por los “jugosos” premios, que al pasar de los años y al reducirse el tamaño de las cabinas de radio ahora se hacen vía telefónica o por algún medio alternativo como internet. En la radio los concursantes hablan para adivinar el nombre de alguna canción, contestar correctamente la pregunta o a veces el radioescucha número 4 en marcar es el afortunado ganador de los premios.

Pero en televisión los programas de concurso son un poco más variados; existen los que consisten en conocimiento científico o cultural, y los de habilidades físicas. En ambos casos resulta siempre un reto también para el televidente tratar de conocer la respuesta o imaginar que se posee la habilidad para superar la prueba.

Es fácil que aparezcan nuevos programas, pero es difícil que permanezcan mucho tiempo. La mayoría de las veces cuando estos programas adquieren horarios estelares, se desgastan fácilmente y terminan por sacarlos fuera del aire o suspenderlos temporalmente para regresar o con nuevo conductor o con nuevos retos.

Quizá nuestro buen amigo Chabelo ha permanecido tanto tiempo al aire con su programa “En familia” debido a que el horario de las 7 de la mañana no está considerado como un horario estelar, y mucho menos en domingo, siendo el único día en que los adultos pueden quedarse un poco más de tiempo a descansar; por lo que casi 3 generaciones de niños han disfrutado con la ilusión de llevarse un kit de juguetes, una bicicleta, dulces o ya de plano si no se tiene suerte, una sala de “mueeeebles troncooooso” para los papás, que si bien no era del gusto del niño lo podía “catafixiar” por las sorpresas detrás de la cortina número 1,2 y 3 con la esperanza de “mejorar, empeorar, no lo sé”.

La televisión son sueños, son fantasías, y ver que un ciudadano promedio puede alcanzarlos nos deja siempre un ligero huequito lleno de esperanza en que quizá, algún día seamos nosotros los afortunados ganadores…¡Salud!

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