Corriendo riesgos para reinventarme
Todos tenemos la capacidad y la oportunidad de cambiar y reinventarnos si realmente lo deseamos. Hacer que nuestra vida tome una nueva dirección requiere valentía y la comprensión de que todo tiene un precio. Pero si somos fieles a nuestros sentimientos, si actuamos en función de nuestros valores y nos aseguramos de que nuestras acciones nos beneficiarán y serán positivas también para los demás, podremos confiar en que vale la pena correr el riesgo.
Anabel era una profesional muy competente. Vivía en la ciudad de Nueva York, y trabajaba como contadora con clientes importantes que confiaban en su habilidad. Todos los días se vestía de “punta en blanco”, como requería su reputación.
Repentinamente la madre de Anabel, que vivía en California enfermó, por eso ella se vio obligada a pedir tiempo libre para ir a cuidarla. En el transcurso de la visita descubrió cuánto disfrutaba del clima benigno de aquella zona, y la posibilidad de vestirse de un modo más informal y cómodo. Sobre todo, sintió un inmenso placer al no tener que usar medias largas. Anabel dedicó bastante tiempo a hornear deliciosos pasteles para su madre, y recordó cuánto le gustaba la cocina. A partir de esos pequeños detalles intuyó la posibilidad de replantearse sus objetivos de vida. Por primera vez en mucho tiempo, reflexionó acerca de qué era lo que realmente la hacía feliz, cómo quería vivir en realidad, y qué era de verdad importante para ella.
Cuestionarse a sí misma no fue fácil, y las respuestas que fueron apareciendo le “movieron el piso” que ella creía tener tan sólido y establecido. Anabel descubrió que deseaba un cambio en su vida; deseaba estar cerca de su familia, mudarse a California y gozar de la libertad que da el estilo más relajado e informal de la costa oeste.
Sin embargo, tomar la decisión no era sencillo. Anabel sabía que corría un gran riesgo al abandonar una práctica profesional tan fructífera. Pensó que al mudarse podría comenzar un negocio de repostería, pero era consciente de que esto no le garantizaría la misma entrada segura que le ofrecía el gran salario que tenía en Nueva York.
Así y todo, sentía la necesidad de reinventarse y encontrar un modo para estar más cerca de sus seres queridos. Tras pensarlo durante algunas semanas, Anabel dejó su trabajo, tomó el riesgo, y se mudó.
Hoy en día Anabel tiene su propia pastelería y se siente feliz. Vive en el lugar que le gusta, trabaja en lo que desea, se da tiempo para crear nuevas y deliciosas recetas, valora lo que tiene, se halla cerca de la gente que quiere, y encontró un nuevo sentido de vida, que le permite despertarse satisfecha y motivada todas las mañanas. Ella logró reinventarse.
Reinventándote
Ingredientes:
1 taza de conocimiento propio
2 tazas de aceptación
3 cucharadas de búsqueda
1 caja con plan de acción incluido
1 manojo de realidad
2 cucharadas de valor
3 racimos de nuevos hábitos
1 pizca de fe y confianza.
Condimentos:
Buena disposición, paciencia y práctica continua.
Recomendación: Una vez que se inicie el proceso, no deberá darse marcha atrás. El camino puede ser difícil, pero el resultado siempre será muy valioso.
Modo de preparación:
1. Reinventarse o renovarse es un proceso individual. Su desarrollo se da en función de la relación íntima con uno mismo, con su fe y con el mundo que lo rodea. Es un proceso diario, que ubica a la persona en el presente y atrae la energía necesaria para lograr su transformación.
2. Toda persona que trabaja honestamente en sí misma obtiene lo que busca. A pesar de que es fácil darse por vencido y caer en la rutina, cuando se lucha por encontrar un mejor sentido de la vida, se crea una experiencia espiritual y emocional.
3. Conquistar los atributos negativos implica la posibilidad de descubrir el oro puro que todos llevamos dentro. Los aspectos en donde suele haber mayor dificultad corresponden a los puntos clave que deben ser canalizados y controlados para transformarlos en aéreas positivas, dominantes y que determinen el verdadero crecimiento personal.
“Podemos vivir sin renovarnos cada día, pero esa existencia carecería de valor”.
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