Dolor, desesperación, impotencia, culpa, enojo, malestar, compromiso, éstos y muchos otros sentimientos brotan y se llegan a sentir cuando alguno o ambos de los padres se enferman o comienzan a envejecer y a perder sus habilidades, cambiando la relación padre e hijo a una de dependencia entre ambos, pero invertida.
Desafortunadamente la paciencia y el tiempo impiden atender como uno quisiera las nuevas necesidades y demandas de los padres que envejecen o se enferman. Una de las preguntas comunes es ¿qué debo hacer con mis papas? ¿llevo a Papá a una institución para que lo atiendan? ¿a quién debo de atender primero a mi familia, a mis hijos, a mi esposo o esposa, a mi trabajo, o a mis obligaciones como hijo? ¿yo no tengo vida?
Todas estas preguntas son muy válidas, lamentablemente no existe una sola respuesta correcta, cada situación tiene una condición distinta. Lo que se puede asegurar recordar en todos los casos es que el respeto y el compromiso que se le tiene y debe a la persona que nos dio la vida es mucho más grande y más importante de lo que uno se imagina.
Después de un año terrible lleno de enojo, frustración y desesperación causado por la horrible enfermedad de Tere una mujer que siempre había sido independiente, culta y que disfrutaba de la vida, sus hijas Laura y Rosa se resignaron y aceptaron la nueva condición de su mamá; ella está enferma; nunca se va curar del padecimiento neurológico que la deteriora continuamente, ha dejado de ser una persona libre, independiente y responsable de sí misma, hoy día, no se sabe cómo va a reaccionar ni cuándo se va a poner peor.
Tere tiene buenas hijas, a pesar de que ellas están casadas y tienen sus propias familias, siempre se aseguran que no le falte nada, le compran la comida, le contrataron enfermeras para que la cuiden de día y de noche, la llevan a las citas con los doctores, le compran sus medicinas, cuidar hoy en día a su mamá realmente les consume mucho tiempo y energía.
Tanto Laura como Rosa tienen el gran dilema de qué hacer con su mamá, cuánto tiempo le deben de dar, cómo incluir sus vidas personales y sus obligaciones a las nuevas necesidades de su mamá después de todo ella ni cuenta se da ya que difícilmente las reconoce y su estado de ánimo las angustia y deprime cada vez que están con ella.
Atendiendo a los padres a pesar de…
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Ingredientes:
2 tazas de respeto
1 rebanada de sensibilidad
3 cucharadas de cariño
1 manojo de gentileza
2 piezas de agradecimiento
Condimentos:
Amabilidad, paciencia y obligaciones.
Recomendación del chef: Buscar continuamente las cualidades y atributos de nuestros padres facilita el sentimiento de respeto y el agradecimiento.
Modo de preparación:
1. Honrar a los padres es uno de los actos más difíciles de hacer, ya que no depende de lo que ellos hacen, fueron o nos dieron. Simplemente ellos nos han regalado el derecho de vivir; es por eso que tenemos la obligación de respetarlos y cuidarlos sin importar que lo problemáticos que sean, las situaciones conflictivas o complicadas en que vivan. Sus errores no eliminan nuestra responsabilidad.
2. Las atenciones físicas y materiales hacia los padres son inútiles si éstas no se hacen con la intención de demostrar gratitud, respeto y dignidad. Es tan importante lo que se hace así como el cómo se hace; hablar en un tono gentil, placentero y amable, hacer las cosas con gusto, con cariño y tener paciencia son ingredientes necesarios para lograr una buena relación sana y respetuosa que además de beneficiar a los padres, nos hace sentir mejor a nosotros mismos.
3. El respeto y el trato que uno da a los otros sirve como ejemplo y parámetro para que nosotros seamos tratados igual. Así como me vez te verás, ésta es una realidad infalible, todas las personas tenemos un reloj interno, nacemos, crecemos, maduramos y envejecemos, nadie se salva del ciclo de la vida, hay que tratar a nuestros padres así como queremos que nos traten nuestros hijos cuando seamos mayores.
“Cuando se vive para servir, uno tiene una razón para vivir”.
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