El hombre es un ser hecho, entre otras cosas, de sentimientos.
Lo mismo siente alegrías que tristezas. Es capaz de desarrollar amor y odio. Atracción y repulsión; esto es, todo tipo de sentimientos, como hemos dicho.
Y hoy que es fin de año, es obligado hacer un recuento de esos sentimientos que hemos vivido en este período.
Comenzamos el año con ciertos problemas. Mi querido hermano Ricardo enfermó y en la primera quincena de enero sufrimos su pérdida.
Nunca había sentido tanto una ausencia como ésa. Desde el primer momento me rebelé y no aceptaba consuelo.
Estoy seguro que, muchos de los que están leyendo estas líneas, pueden haber perdido a un ser querido y sentido esa ausencia a la que hago alusión.
Pero así como la vida nos dio el regalo de su compañía, también, llegado el momento, nos lo quitó y debemos agradecer el tiempo que estuvieron con nosotros y lo felices que nos hicieron; porque al fin y al cabo, nada es para siempre.
Seguramente este año también disfrutamos del amor de una mujer; de sus tiernas caricias y sus besos; de su entrega sin reservas y su amor incondicional.
Sentimos igualmente el amor de muchas otras personas que nos rodean: Padres o hermanos; hijos o nietos. Distintos tipo de amor, pero un mismo sentimiento enriquecedor.
Pudimos igualmente haber sufrido la pérdida de un amigo o amiga. ¡Cómo duelen esos desprendimientos!, y más cuando se producen abruptamente. Sentimos que nos quedamos huérfanos de nuevo.
Y vaya que la delincuencia nos arrebata a amigos con una facilidad asombrosa y a veces lamentable: sólo por estar en un lugar y tiempo equivocados.
Frente a eso ya no sabemos qué hacer. Hoy leía de una persona que en Saltillo tiene una tigresa por mascota, pero también para que cuide su oficina. La bestia se salió a la calle y les puso un susto a varios transeúntes. Pero, eso es el reflejo de la desesperación de no saber ya cómo defendernos.
La angustia frente a la enfermedad, sobre todo cuando no se tienen los recursos suficientes para enfrentarla. La desesperación del padre al ver que su hijo no mejora por una deficiente atención. La de la madre al ver que su hija se consume lentamente y ella no pude hacer nada más.
Pero también hay eventos venturosos, como salir del hospital cargando al hijo recién nacido. Una nueva alegría de vivir y razón para seguir luchando.
Son los menos, pero también los hay. O abandonar el sanatorio con un enfermo en recuperación al que dieron de alta, es también una grande dicha.
Encontrar a estas alturas de la vida, nuevos amigos. Personas que nos enriquecen y aportan nuevas experiencias. ¡Qué dicha poder disfrutar de un buen amigo!, sea nuevo o sea antiguo. Alguien que comparte nuestro sentir y nos divierte y enriquece.
Creo que en el recuento de los sentimientos vividos este año que termina, la balanza se inclina hacia lo positivo. Algunos acontecimientos duelen y duelen mucho, pero tenemos que seguir caminando, pues debemos vivir nuestro destino a plenitud.
Sólo Dios sabe cuál será nuestro balance final. Esperemos que sea también positivo.
Por lo pronto, demos gracias por lo vivido este año y porque aún estamos aquí tecleando esta máquina.
Y pidamos fuerzas para seguir adelante con renovados bríos y la esperanza puesta en el porvenir.
"Y hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".