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Recuperar los espacios verdes

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Es sorprendente observar el estado en que se encuentran los espacios públicos destinados al descanso, recreación o esparcimiento en gran parte de las colonias urbanas o comunidades rurales, pero quizás es más sorprendente que día tras día los veamos y no nos hayamos preocupado por atenderlos, rescatarlos y mejorarlos para que la población los aproveche. Esta situación refleja la ausencia de una política pública en los tres niveles de gobierno, en particular los municipales, por recuperar esos espacios verdes, aunque también existe indiferencia entre los ciudadanos que los comparte.

En esa cotidianidad alienada en que vivimos, parece intrascendente preocuparnos por cuestiones como éstas, pero quizás ya es tiempo de hacerlo, sea porque tales espacios se han convertido en refugios de la delincuencia, porque notemos su ausencia o condición deprimente, porque vayamos adquiriendo una mayor educación ambiental que nos permite valorarlos; el asunto es que inevitablemente al observarlos nos damos cuenta que son ya parte de nuestro deterioro ambiental, de ahí la necesidad de recuperarlos.

Un evento como la reciente helada nos ha dado lecturas importantes que deben conducirnos a reaccionar en esa cotidianidad alienada en que vivimos, no enseñó que la cubierta vegetal urbana debe ser forestada con arbustos y árboles nativos o claramente adaptados a las condiciones climáticas de la región, nos recordó que somos habitantes del desierto y que la introducción de plantas exóticas no corresponde con el ambiente local, pero también la desolación de nuestras calles y plazas resultante de esa inadaptación resaltó nuestra percepción equivocada sobre el diseño que hemos cultivado de ese ambiente.

Pero esa enseñanza no debe quedar ahí, ya que ante un fenómeno global como el cambio climático, que ya tenemos encima y sobre el cual los expertos nos dicen que sólo podemos tomar medidas de adaptación y mitigación, nos exige implementarlas como nuestra respuesta local si no queremos que sus impactos en la naturaleza y nuestras vidas sean más severos. El cambio climático actual, al parecer obedece a causas antrópicas, es decir, provocadas fundamentalmente por las actividades humanas, mismo que se expresará, entre otras formas, mediante un aumento de la temperatura y un descenso en la precipitación, o cuando menos en una irregularidad en el estado del tiempo que hará menos impredecible, sobre todo en el mediano y largo plazo, el comportamiento del clima.

Esa ausencia de valores que se traducen en el deterioro de los espacios verdes y que en esencia no es más que una falta de educación ambiental, no nos ha permitido entender la importancia de la cubierta vegetal en los espacios donde se asienta la población, espacios que ésta altera para vivir, crear empresas u otro tipo de construcciones para realizar sus actividades. Valga decir que los arbustos y árboles desempeñan funciones ecológicas relevantes como limpiar el aire atmosférico contaminado por las emisiones de gases que cambian su composición química a la vez de que liberan oxígeno, proporcionan sombra que amortigua la radiación solar que en lugares como éste en que vivimos nos impacta seriamente, mejoran los valores estéticos del paisaje, entre otros.

Ante este escenario, debemos aplicar medidas que, como se mencionó anteriormente, quizás se vean intrascendentes porque no hemos cultivado un lente que nos permita percibirlo, pero que si las implementamos nos cambiarán las condiciones en que vivimos. Si desde el entorno oficial no se diseñan ese tipo de políticas públicas o si se hacen no se les asignan recursos, que para el caso es lo mismo, desde otros ámbitos institucionales como el educativo o ciudadano es posible proponerlas y operarlas, de ser posible en colaboración con las oficinas de medio ambiente locales.

Así, lo irrelevante se convierte en relevante si apreciamos como incide en nuestra forma de vida, como puede contribuir a mejorarla, por ello es propiamente relevante el esfuerzo que han iniciado instituciones educativas del medio rural en el Municipio de Gómez Palacio, Durango, en colaboración con la oficina de medio ambiente local y con la participación de los lugareños de las comunidades ubicadas aledañamente a las primeras, ya que afirmar que en el área rural de nuestra región se respira aire no contaminado parece ser una falacia, ahí también la gente padece alergias, asmas y otros problemas que cada vez van a ser considerados, en no mucho tiempo, como cuestiones de salud pública.

Estas acciones se realizan en el marco de un convenio celebrado por la presidencia municipal y una entidad universitaria local, quienes a través del Instituto Municipal de Ecología y la Facultad de Agricultura y Zootecnia, operan un programa de educación ambiental en el seno de ésta y a la cual se han sumado cuatro preparatorias, los CECYTED No. 10 y 15, el COBAED No. 4 y el CBTA No. 217, implementando el proyecto de Escuela y Comunidad Verde que ha iniciado la reforestación de estos centros educativos pero también la están promoviendo en las comunidades involucrando a su población. Es posible que los resultados de estas acciones no se vean en el corto plazo, recuperar los espacios verdes construyendo un tejido socio-institucional, tendrá un impacto que en su tiempo será valorado, sobre todo por los actores involucrados.

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