El objetivo de la reforma al artículo 139 del Código Penal Federal, que plantea perfeccionar el tipo de pena que se debe aplicar al terrorismo, es hacer patente que se pueda sancionar conforme a ese delito no sólo a grupos subversivos, sino también a organizaciones criminales de narcotraficantes y extorsionadores que se valen del temor de la población para llevar a cabo sus actividades delictivas impunemente, señala la consultora Stratfor.
Esto podría significar una nueva estrategia del gobierno federal para socavar el apoyo o la tolerancia de algunos sectores populares al crimen organizado en México, considera la consultora líder en seguridad internacional.
Explica que "la reclasificación de las actividades de los cárteles mexicanos como terrorismo puede ser una forma de minar la tolerancia de la población ante esta actividad", sentencia en un reporte.
Al incluir la finalidad de intimidación, el concepto de terrorismo se amplía lo suficiente para encuadrar actos como los atentados con granadas, las explosiones de coches-bomba, y los actos violentos sistemáticos, como ha ocurrido en distintas entidades del país desde que se inició la lucha con el narcotráfico.
Con el cártel de Medellín ocurrió algo similar cuando el país vivió una ola de atentados con explosivos atribuidos a Pablo Escobar. Estos actos voltearon a la sociedad contra la organización criminal, que entonces gozaba de un fuerte apoyo popular
El documento de Stratfor, titulado "Organized Crime vs. Terrorism", delinea con claridad las diferencias entre ambas actividades, pero advierte que los grupos del crimen organizado en ocasiones pueden asumir tácticas terroristas y viceversa.
Un grupo del crimen organizado, agrega, no puede existir sin una extensa red periférica que incluye a banqueros, políticos y policías, básicamente la puerta de entrada al mundo de la ilegalidad que protege el núcleo de un grupo criminal que gira en torno a los negocios, "este es el caso de los cárteles de la droga en México".
Para la firma la actividad del narcotráfico necesita del apoyo o la tolerancia popular para poder existir, "lo que no significa que la población consecuente la violencia que ocasionan los cárteles, pero sí que éstos pueden intimidad de manera muy eficaz a la ciudadanía hasta que se vuelvan tolerantes con su actividad".
El reporte señala que en México ya se comienzan a ver ejemplos de cuando el crimen organizado emplea tácticas terroristas como las decapitaciones o el uso de artefactos explosivos, pero aún no a un nivel que genere el repudio generalizado de la población y es ante esta circunstancia que la estrategia de reclasificar la actividad del narcotráfico como terrorismo puede resultar redituable para las autoridades federales.
Ante el creciente rechazo de sectores de la población y empresarios a la estrategia en el combate a los cárteles del narcotráfico, el gobierno federal podría estar ejerciendo de manera muy sutil una nueva táctica para lidiar con el problema del crimen organizado en el país.
"La reclasificación de las actividades de los cárteles mexicanos como terrorismo puede ser una forma de minar la tolerancia de la población ante esta actividad", sentencia el reporte.
Los principales casos
Los objetivos de los grupos del crimen organizado y los de terroristas son muy distintos. Mientras los primeros buscan el beneficio económico y la proliferación de sus negocios, los últimos son motivados por asuntos de índole política. Los aspectos financieros de una red terrorista están encaminados a un fin específico, y sus actos son usados para llevar la atención a sus denuncias políticas, detalla el análisis de Stratfor.
En el mundo se han presentado varios ejemplos en donde la línea entre terrorismo y crimen organizado ha sido rebasada. Uno de ellos se dio en 1992 cuando la mafia siciliana, conocida como La Cosa Nostra, hizo explotar un coche-bomba contra un importante funcionario gubernamental. El hecho desató una ola masiva de repudio en contra de la mafia italiana.
En América Latina ocurrió algo similar con el cártel de Medellín cuando el país vivió una ola de atentados con aparatos explosivos atribuidos a Pablo Escobar. Estos actos volvieron a la sociedad en contra de la organización criminal, que entonces gozaba de un fuerte apoyo popular.
"Aunque no se percibe que esta línea se haya cruzado en México es interesante observar cómo el gobierno de México intenta reclasificar la guerra contra el narcotráfico", finaliza el reporte.
