"La igualdad tal vez sea un derecho; pero no hay poder humano que alcance jamás a convertirla en hecho."
Honoré de Balzac
París, Francia.- La desigualdad económica es uno de los factores de riesgo que mayor impacto pueden tener en el mundo, según el Informe sobre Riesgos 2011 que el Foro Económico Mundial acaba de dar a conocer y que se tratará en la reunión de Davos del 26 al 30 de enero.
La discusión, sin embargo, ya ha empezado. El semanario británico The Economist dedica 14 páginas de su artículo de portada de esta semana, "The Rich and the Rest" ("Los ricos y el resto") a meditar sobre el tema de la desigualdad y a describir a las "élites globales". Según Credit Suisse, un banco suizo, hay en el mundo 24.2 millones de individuos cuyos activos netos rebasan el millón de dólares, esto es, 0.5 por ciento de la población adulta del mundo. Estos millonarios controlan 69.2 billones de dólares en activos. Un 41 por ciento de ellos vive en los Estados Unidos, 30 por ciento en Japón y 3 por ciento en China.
Algunos de quienes tienen este dinero, particularmente una pequeña minoría de multimillonarios, los más ricos del mundo, parecen sentirse incómodos. Personajes como Bill Gates, el fundador de Microsoft, y Warren Buffett, de Berkshire Hathaway, han decidido dedicar la mayor parte de su dinero a la filantropía y piden que su país, Estados Unidos, eleve el llamado "impuesto a la muerte" que se cobra a la fortuna de quienes fallecen.
La voz más consistente en contra de esta posición es la de Carlos Slim, el empresario mexicano, quien en varias ocasiones ha señalado que la caridad no genera empleos ni prosperidad. "Sería un gran error que empresas como Microsoft, los líderes en el mundo de la tecnología, sean vendidas por sus fundadores para hacer obras de caridad." Lo que él recomienda a los multimillonarios que quieren ayudar a los demás es que sigan manejando sus propias empresas, inviertan en ellas y avancen en lo que mejor saben hacer para generar impuestos, innovación, actividad económica y empleos.
El crecimiento de la desigualdad que tanto inquieta a las buenas conciencias de los países desarrollados, y que muchas veces se suele atribuir a la globalización, es en realidad falso. Quizá haya aumentado la desigualdad dentro de los países ricos por una serie de complejas razones, pero nunca antes habíamos visto un descenso tan importante de la pobreza en el mundo. Millones de personas han salido en los últimos años de la miseria. Dos países, China y la India, han encabezado este movimiento sin precedentes en la historia de la humanidad, y lo han hecho no a través de la caridad sino de la apertura de mercados, la inversión y el trabajo.
En el Foro Económico Mundial de Davos las reuniones públicas suelen ser políticamente correctas y buscan soluciones fundadas en la solidaridad global. En muchas reuniones privadas, en las que participan los verdaderos capitanes empresariales, la actitud es más pragmática. Ahí se buscan soluciones concretas a problemas específicos. Pocos coinciden con Gates y Buffett en que la solución a los problemas del mundo es regalar dinero.
El semanario The Economist ofrece un editorial dirigido a los participantes de Davos en su número de esta semana. Les dice que "en lugar de preocuparse acerca de la desigualdad, deben distinguir entre sus causas y enfocarse en formas de aumentar la movilidad social". Los gobiernos deben subir a los de abajo en lugar de bajar a los de arriba. Eliminar barreras a la inversión, promover la educación, aumentar la competencia y gastar el dinero público para ayudar realmente a quienes menos tienen son las formas de lograr esto. Regalar dinero no ayuda.
Otro de los riesgos que prevé el Informe 2011 del Foro Económico Mundial tiene que ver con el gobierno global. La organización considera cada vez más importante tener una nueva forma de lograr acuerdos en el mundo y considera que el G20 es el mejor instrumento para ello.