Antes de salir de casa nos enteramos que habían montado un operativo de revisión para llegar al estadio. Usualmente anticipamos nuestra salida, pero justo este sábado que regresó el futbol al TSM salimos tarde.
A las 6:15 nos dirigíamos rumbo al estadio. Sintonizamos la radio para conocer las previas del partido y anunciaron los operativos, las filas de autos que no avanzaban y que los aficionados tuvieran paciencia.
Cuando llegamos a la UVM las filas ocupaban todos los carriles de la carretera Torreón-San Pedro, pero el ambiente en el camino ya era de fiesta, había regresado el futbol y muchos de los autos iban repletos de aficionados, algunos cantaban, otros intentaban ganar cualquier espacio por avanzar y llegar a tiempo al estadio.
A las 6:45 llegamos al punto en donde había un retén de la Policía Federal. Colocaron conos para delimitar cada carril y que los automovilistas redujeran su velocidad. Cuando nosotros pasamos a todos daban el pase, el retén había terminado y sólo permanecían vigilando el lugar.
Cinco minutos después estábamos en la puerta del TSM, escuchamos el sonido local anunciando la participación de las botargas en el campo de juego. El ambiente futbolero era el mismo, el miedo se había ido, todos estábamos ahí para disfrutar una tarde de futbol y no ceder un espacio más, una actividad más por la violencia.
Acudimos a la cita sabatina, la espera fue larga, el juego interrumpido y la experiencia dolorosa, pero estábamos ahí con semillas en mano, listos para ver al Santos enfrentarse al Rebaño Sagrado. Los equipos salieron al campo de manera inusual, jugadores, fotógrafos, reporteros, vendedores, elementos de seguridad, entre otros, caminaron juntos hasta el centro de la cancha en donde se elevaron globos blancos y los aficionados desde las tribunas agitaron pañuelos del mismo color como un símbolo por la paz.
El ambiente en las tribunas fue tranquilo. Comenzando el juego, el helicóptero de la Policía Federal voló muy bajo; sobrevoló el campo de juego y por unos segundos todos guardamos silencio. No sabíamos de dónde provenía el estruendo, fue hasta que vislumbramos el helicóptero que regresó el ruido, que comenzaron las bromas de los aficionados, recordando que tuvimos que recurrir al piso en un afán por protegernos en el encuentro anterior. Las risas superaron la amarga experiencia y ahora sólo nos ocupábamos del partido.
Muchos aficionados chivas se dieron cita en el estadio, portaron banderas y playeras y hasta las críticas o comentarios poco amables por apoyar a otro equipo fueron mesuradas. Al momento de comenzar con las rechiflas, otros aficionados pedían calma y apoyar al equipo. El ambiente fue otro sin lugar a dudas, el recuerdo está presente, pero todos pedían ocuparse de lo que nos había congregado esa tarde: el futbol.
Los helicópteros que volaron sobre el Estadio Corona causaron expectación entre los aficionados que asistieron al encuentro. Regresa la fiesta del futbol al Corona