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Reinventemos Torreón

Las laguneras opinan...

ROSARIO RAMOS SALAS

Hace más de cien años estas tierras eran sólo parte de una hacienda algodonera. A partir de la llegada del ferrocarril una pequeña villa comenzó a crecer. Durante buena parte del siglo XX, Torreón creció gracias a sus habitantes, personas esforzadas y entusiastas, dedicadas al trabajo y al mejoramiento de la vida ciudadana.

La siembra del algodón fue el despegue, después vendría el desarrollo industrial y el comercio. Pasada la primera mitad del siglo XX hubo que transformar la economía. La industria creció y los servicios también. Llegaron las primeras universidades y los jóvenes tuvieron más oportunidades. Los ciudadanos siguieron siendo gente esforzada y con amor al terruño.

En los últimos años hemos vivido otra transformación. De ser una ciudad pacífica donde las familias podían pasear y salir a las calles, convivir en los barrios y colonias, ahora la población se ha paralizado. Las personas andamos con miedo. Se toman precauciones. Por las noches las familias prefieren quedarse en sus casas, los restaurantes se encuentran vacíos con el impacto consecuente para ellos.

Cada día aumentan los robos a las casas-habitación, las extorsiones no permiten a los negocios crecer, las peleas entre las bandas se llevan entre las patas a inocentes que mueren acribillados. Vivimos en un pueblo sin ley.

Si los laguneros seguimos siendo gente trabajadora, valiente y esforzada no podemos dejarnos vencer y tenemos que pensar cómo reinventar o transformar la ciudad para vivir en una ciudad más armónica, sustentable y que mejore la calidad de vida de los que aquí vivimos.

No dejemos que la ciudad nos sea arrebatada. Rescatar los lugares de convivencia, crear nuevos espacios, proponer proyectos creativos y exigir a las autoridades creatividad para llevarlos a cabo. No podemos dejar los espacios en manos de los delincuentes. No podemos permitir la impunidad.

Para esta reinvención podemos hacer muchas cosas que nos hagan recuperar la ciudad y su espíritu de antaño, el espíritu de gente trabajadora, luchona, apegada a la familia y a los valores del trabajo y la responsabilidad.

Propongo por ejemplo:

Hacer parques. Que la ciudad sea verde. Un gran parque que la integre y muchos parques pequeños, que sean oasis para que las familias, los niños, jóvenes y adultos puedan pasear sin prisas, correr, patinar, caminar, andar en bicicleta, hacer ejercicio.

Soñar para que Torreón tenga amplias áreas verdes dentro de la ciudad. Torreón es una ciudad donde existen pocos lugares cercanos a donde salir a pasear, fuera de la ciudad. Sus alrededores son en su mayoría tierras sembradas o tierras áridas, peladeros, o montañas agrestes.

En lugar de planear más puentes de cemento y asfalto, planear áreas verdes para la ciudad. Hay arquitectos paisajistas que a esto se dedican, a diseñar jardines urbanos.

Leo sobre una arquitecta que en la ciudad de Valencia en España está diseñando un megaparque de más de 25 hectáreas. Lo han pensado para construirlo en el mero centro de la ciudad. No lejos de la ciudad, sino al contrario, dentro para que la gente encuentre el esparcimiento dentro de su ciudad.

Parques sostenibles, dotados de paneles solares para generar electricidad, planta de tratamiento de agua para reutilizar el agua de riego. Árboles y plantas de la región, aclimatados a estas tierras. Dotar a los parques de espacios para sentir, como jardines de meditación, jardín botánico, jardín de hortalizas. Diseñar caminos, banquetas, espacios para la salud urbana.

Humanizar nuestra ciudad es la tarea de todos los que aquí vivimos. Hacerla más habitable, que nuestra gente no se tenga que ir porque aquí lo que impera es la violencia, el ruido, la deshumanización.

Más áreas verdes ayudarían a pacificar la ciudad, nos darían sentido de pertenencia, orgullo por nuestra tierra. Tres parques, el Venustiano, el Fundadores y el de Las Etnias no son suficientes para una ciudad del tamaño de Torreón. Se necesitan más. Proyectos ambiciosos que nos unan en torno a inversiones de este tipo, que le agreguen valor a la ciudad, aumenten la calidad de vida y disminuyan la violencia.

En la ciudad de Nueva York, en plena isla de Manhattan, en la parte baja, recién se rescató una abandonada vía de ferrocarril que alguna vez sirvió para transportar carga a las industrias y bodegas que en esa parte existían. Muchos de los vecinos querían que se derrumbara porque la veían como algo viejo y deprimente. Pero otros no lo permitieron y en su lugar transformaron la vía en uno de los lugares más innovadores y atractivos, el ya famoso parque público High Line, donde la gente ha encontrado un refugio, un oasis lejos del ruido, del tráfico, de la violencia de las calles. Innovar es la clave, reinventar, transformar.

A veces proyectos como éste me dan envidia, de la buena y tristeza por el otro. ¿Por qué no podemos llevar a cabo estos proyectos? Si en otros lugares han podido, ¿por qué en nuestra ciudad no? ¿Qué nos falta? Ciudadanos proactivos, políticos honrados, o empresarios responsables socialmente y participativos. ¿Qué?

El paseo que bordea el río es un proyecto que lleva años pensándose y no avanza. El lugar es idóneo para contar con un paseo ribereño, arbolado, con banquetas y caminos para peatones, deportistas y visitantes. Hay que volver a usar la ciudad. La vida moderna de las grandes urbes requiere de tener espacios de ocio, flexibles que permitan a los ciudadanos tener lugares para sentir, crear, soñar. En nosotros está el lograrlo.

Garzara1@prodigy.net.mx

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