EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Relato de China

Las laguneras opinan...

ROSARIO RAMOS SALAS

En las calles de Beijing, capital de China, lo que resalta es el movimiento, el consumo y la prosperidad visible. Esto se debe a la buena marcha de su economía. En los últimos años el país ha crecido más del 10% anual. Es cada vez más notorio el poderío geopolítico que China está ejerciendo ante el resto de las grandes potencias y la posibilidad de que pueda llegar a dominar el mundo, al abrir el mercado de sus productos y exportar lo que producen, sin hablar de su poder e influencia financiera. ¿Cuántos productos chinos se ofrecen en los mercados de mundo? Hoy en día, China presta dinero a los países empobrecidos por sus crisis recurrentes. Muchos economistas piensan que al final de la nueva década que inicia, China será el país con el mayor PIB del mundo.

La segunda semana que pasé en China visité tres ciudades: Beijing, que en mis tiempos de escuela se llamaba Pekín, Xi'an milenaria ciudad amurallada, punto de partida de la ruta de la seda y lugar donde se encontraron los guerreros del ejército de terracota y Guilin, una ciudad bellísima, enmarcada por sus picudas montañas y el río Li, afluente del Perla.

En el tour éramos treinta personas de quince países diferentes, todos ellos profesionales de museos. Nuestro guía, Alex un joven chino, amable y servicial, siempre atento a nuestras peticiones y sobre todo a la seguridad del grupo. Pareciera que los guías tienen miedo de que el turista se salga de programa.

Volamos de Shanghai a Beijing. Aterrizamos en su nuevo aeropuerto, recién estrenado para las Olimpiadas de 2008. Un aeropuerto moderno, organizado y estético.

En el camino al hotel te das una idea de la magnitud de la capital. La ciudad resulta difícil de caminar por las distancias tan vastas. A los lados de sus anchas avenidas se levantan modernos edificios, combinados con los hutongs y los barrios empobrecidos. Aunque la temperatura era de 2 grados, las calle estaba llena de gente y el tráfico muy congestionado, sobre todo por la cantidad de bicicletas. Hay un carril especial para ellas, pero también transitan por las banquetas, por lo que debes cuidarte de no acabar atropellado por un ciclista. Entre los chinos no hay obesidad y quizá, la razón sea que tanta gente anda en bicicleta. O será también por la comida china, cuya base es el arroz, pero ese tema requeriría de todo un tratado.

Descubrí con tristeza los cielos casi siempre grises de las ciudades, debido a la contaminación que provocan sus complejos industriales. Son de las contradicciones que vive el país. El desarrollo les trae aparejado este tipo de problemas.

De la capital destacaría tres lugares emblemáticos: la plaza de Tiananmen, símbolo del poder de China, y lugar de las protestas estudiantiles, reprimidas, en 1989 por el Partido Comunista. Al caminar por la enorme plancha de cemento se experimenta la sensación de que en cualquier momento te puedes perder en medio del océano de chinos que la visitan y la consideran el corazón del país.

La ciudad prohibida, sede de las dinastías Qing y Ming y uno de los tesoros más valiosos para los chinos. La ciudad se encuentra justo frente a la plaza y se accede a ella por un pasaje subterráneo. Pasamos más de cinco horas recorriéndola, sección por sección, cada una amurallada. Esto da una idea del alejamiento y la reclusión en la que vivía el emperador y no se diga del poder que ejercía. Nadie podía verlo, menos intentar entrar al vasto palacio. Algunos de los edificios están restaurados y su belleza refleja la arquitectura imperial.

La gran muralla, en una de sus secciones al norte de Beijing es de las construcciones más maravillosas en la historia de la humanidad. Con 6,430 kilómetros de longitud, solamente recorres unos cuantos, pero a la distancia alcanzas a ver cómo la muralla sube y baja sobre la cima de las montañas hasta donde la vista se pierde. La experiencia de caminarla unos cuatro kilómetros me dejó maravillada y también, muy adolorida. Trataba de imaginar cuántos años, millones de hombres tardaron en construirla, sólo con el único motivo de protegerse de sus invasores, como si levantar muros fuera garantía de seguridad.

De Beijing viajamos en el tren nocturno a Xi'an, lo cual fue emocionante recorrer más de mil kilómetros, y después de doce horas arribar a la ciudad de Xi'an capital de once dinastías. Aquí se originaban las caravanas que llevaban la seda y otros productos a todo el mundo. Ellos fueron pioneros del comercio en el mundo. Y la ciudad sigue siendo comercial, recorrer sus mercados es muy entretenido, se vende de todo y además puedes regatear. Algo interesante es que por la ruta entraron a Xi'an varias religiones: cristianos, musulmanes que introdujeron el islamismo y de la India el budismo. La visita a la mezquita en el barrio musulmán me dio una idea de la riqueza cultural de esta ciudad.

Hace treinta años Xi'an cobró fama, cuando unos campesinos que se encontraban perforando un pozo se toparon con miles de guerreros de terracota de 2,000 años de antigüedad. El ejército de guerreros formaba parte de la tumba del emperador, el mismo se la mandó construir en vida. Estar frente a cerca de 16,000 guerreros de tamaño natural es descubrir el poderío que un imperio podía ejercer sobre sus súbditos. Pero eso es historia y los chinos miran ahora hacia el futuro y apuestan a la educación como base de su desarrollo.

Lo que deja un viaje a China es el deseo de regresar o al menos seguir leyendo sobre este maravilloso país.

Garzara1@prodigy.net.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 589478

elsiglo.mx