Fiesta. Italianos celebran enfrente del palacio romano del Quirinal, luego de que el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, presentara su dimisión al presidente de la República, Giorgio Napolitano.
El primer ministro Silvio Berlusconi renunció el sábado después de que la cámara baja del parlamento aprobó una serie de reformas exigidas por la Unión Europea, con lo que terminó una era política de 17 años y se puso en marcha un proceso de transición cuyo objetivo es evitar que el país caiga en la crisis financiera.
El coro del "Aleluya" de Handel fue interpretado por decenas de cantantes y músicos que se congregaron junto con manifestantes frente al palacio presidencial de Italia. Hubo también concentraciones en otras partes del centro de Roma, por parte de miles de italianos que mostraron regocijo por el fin de una gestión marcada por los escándalos.
"¡Bufón, bufón!", gritaron algunos manifestantes al paso de la caravana de Berlusconi, antes de que entrara al palacio, donde presentó su renuncia al presidente Giorgio Napolitano. Los gritos se repitieron a la salida de Berlusconi.
Poco después, el palacio presidencial confirmó la renuncia en un comunicado.
Mario Monti, ex comisionado europeo y un político respetado, era considerado el principal candidato para guiar al país como jefe de un Gobierno de transición, en un momento en que Italia está al borde de la crisis de deuda. Pero entre los aliados de Berlusconi había divisiones sobre si debe apoyarse a Monti.
No se considera que la oposición de los aliados de Berlusconi sea suficiente para impedir los planes de Napolitano, de solicitar a Monti que intente el domingo la formación de un Gobierno interino tras la renuncia del primer ministro. Sin embargo, esos opositores sí podrían dificultar la tarea de Monti.
Napolitano sostendrá consultas el domingo por la mañana con todas las fuerzas políticas de Italia. Las reuniones de 10 minutos que tiene previstas sugerían que las conversaciones no se prolongarán y que Monti será nominado al final del día.
El sábado por la noche, el partido de Berlusconi informó que apoyaría a Monti, aunque con algunas condiciones.
La renuncia de Berlusconi quedó prácticamente dispuesta después de que la Cámara de Diputados votó el sábado por 380-26, con dos abstenciones, en favor de las reformas económicas, que incluyen el aumento de la edad de retiro a partir de 2026 pero no toman medidas para abrir el mercado laboral italiano, considerado inflexible por varios economistas.
El Senado aprobó las reformas un día antes y Napolitano promulgó la legislación con su firma el sábado por la tarde, lo que allanó el camino para que Berlusconi dejara el cargo, como había prometido que haría desde el comienzo de esta semana, cuando perdió su mayoría parlamentaria.
Berlusconi encabezó el sábado la última reunión con su gabinete, y agradeció a sus ministros.
El primer ministro permaneció de pie mientras los legisladores le aplaudían en la cámara del parlamento, inmediatamente después del voto. Pero afuera de su oficina y frente a los palacios del Gobierno en toda la ciudad, miles de personas se concentraron a fin de atestiguar las últimas horas de la gestión de Berlusconi y de sus ministros.
"¡Qué vergüenza!" y "¡Lárgate!", fueron algunas de las consignas de la multitud. Muchos manifestantes mostraron afiches que decían "Fiesta de Despedida de Silvio", mientras marchaban por el centro de Roma. La reacción festiva puso de manifiesto que para muchos italianos, al igual que para los mercados financieros, había llegado el momento de que Berlusconi dejara el cargo.
Perfil del Sultán
Fue la presión de los mercados la que, finalmente, terminó haciendo caer al Sultán, como lo llaman sus enemigos a Silvio Berlusconi, en alusión a su supuesto harén de chicas.
Con sus 75 años disimulados por sus implantes capilares, retoques de bisturí, tacos y su capa de maquillaje anaranjado, Berlusconi sobrevivió en los últimos años a los diversos escándalos de fiestas sexuales y demás affaires que en otros países hubieran significado el fin de una carrera política. Sobrevivió también a sus problemas judiciales por corrupción y negocios turbios, y a más de 50 mociones de confianza en el Parlamento. Pero no pudo con el implacable veredicto de las bolsas del mundo y las presiones de la UE y el FMI.
Quizá porque tiene los genes del vendedor nato y es dueño de una de las fortunas más importantes de Italia, finalmente, se rindió cuando Italia parecía al borde de la bancarrota, al dispararse ayer el tan temido spread a casi 500 puntos, una hecatombe para la endeudadísima Italia.