El Gabinete sirio en pleno renunció ayer, informó la televisión estatal, en la concesión más reciente a las protestas masivas que reclaman libertades políticas y en medio de los disturbios más graves que aquejan al país en varias décadas.
El presidente Bashar al Assad aceptó la renuncia de los ministros luego de la habitual reunión semanal de los martes.
Assad, cuya familia gobierna Siria desde hace 40 años y siempre ha reprimido implacablemente el disenso, está tratando de calmar la furia creciente con una serie de concesiones.
Se preveía que hablaría a la nación ayer para anunciar la derogación de la ley de emergencia y otras restricciones sobre las libertades cívicas y políticas.
La violencia ha puesto de relieve las tensiones religiosas por primera vez en varias décadas.
El tema es tabú en un país de mayoría suní gobernada por la minoría alawita, una rama del chiismo. La mayoría de las posiciones de poder, incluida la presidencia, está en manos de los alawitas.
Sin embargo, la libertad económica y la prosperidad creciente le han granjeado a Assad el apoyo de la rica clase mercantil suní.
Muchos manifestantes el martes hicieron hincapié en la unidad nacional.