Raúl Vera denuncia la “vil y mísera” explotación en los pozos de carbón. Asegura que carecen de inspección y que no cumplen con ninguna norma. (Archivo)
Los pozos de carbón que existen en el norte de México, en uno de las cuales murieron ayer cinco mineros y nueve más están atrapados, son escenario de una “vil y mísera explotación” debido a la “irresponsabilidad” de los empresarios y autoridades mexicanas, denunció hoy el obispo de Saltillo, Raúl Vera.
“No soportan ninguna medida de seguridad, ninguna inspección, no cumplen con ninguna norma, no hay sentido. En Europa esos pozos ya están prohibidos. Tenemos el día de hoy tecnologías modernas para explotar las minas y allí también se dan los siniestros”, declaró a la emisora MVS.
Según Vera, el caso de ayer, en el que una explosión en un pozo carbonífero dejó cinco trabajadores muertos, malherido a un menor y a nueve más sepultados en el ejido Sabinas, estado de Coahuila, repite “el mismo escenario” que se vio hace un lustro en la mina Pasta de Conchos.
En 2006, en esa mina del Grupo México ubicada en la misma región, murieron 65 trabajadores tras quedar atrapados y sus cadáveres nunca fueron recuperados.
El obispo recordó que entonces el asunto quedó en una impunidad “abominable” y acusó a la Procuraduría General de la República (PGR) de haber desistido de “fincar responsabilidades” en el más grave accidente de los ocurridos en la minería mexicana en los últimos años, como le pidió la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Vera, quien lleva once años ejerciendo el ministerio sacerdotal en la zona norte de México, explicó que con los cinco fallecimientos ya confirmados en este nuevo accidente “se elevan de 47 a 52 las muertes en la zona carbonífera después (de la tragedia) de Pasta de Conchos”.
El obispo de Saltillo deploró que en México no se haga justicia en estos casos y vaticinó que “las muertes van a seguir” ocurriendo en zonas mineras del país.
No obstante, confió en que la presión que han ejercido para que los empresarios rindan cuentas permita hacer justicia en accidentes como el de ayer.
“Los pozos no tienen ya por qué existir”, enfatizó el jerarca católico.
Como ejemplo de las penosas condiciones de trabajo señaló que en el pozo siniestrado ayer la entrada y salida de trabajadores se haga “con el 'malacate', un bote en donde echan el carbón desde abajo y lo suben”.
Ese rudimentario mecanismo, que funciona como si se sacara con él agua de un pozo, es el que manejaba un menor de 15 años, a quien, como consecuencia de la explosión, le fueron amputados los dos brazos, recordó Vera.
Además, ha trascendido que de los 15 obreros que trabajaban en la mina al momento del siniestro, ninguno estaba dado de alta en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Esta mañana los trabajos para tratar de rescatar a los nueve mineros cuyo paradero se desconoce se han reiniciado, informó el secretario (ministro) de Trabajo, Javier Lozano.
La explotación irregular o "pocito" se ubica en un terreno de 270 hectáreas cuya concesión tiene a partes iguales el empresario Luis González Garza y la compañía Minera El Sabino, en representación de la compañía Beneficios Internacionales del Norte (Binsa), propiedad de Melchor González.
El gobierno mexicano, a través del titular de Trabajo, ha explicado que, si bien la explotación del mismo corresponde a los titulares de la concesión, en la zona es común que las empresas celebren acuerdos al margen de la ley que impide supervisar los yacimientos.