La viuda del popular sastre cubano Ramón Puig, conocido como "el rey de las guayaberas", piensa seguir con el negocio que su marido abrió en 1971 en Miami para alegría de políticos, artistas y otros amantes de la tradicional prenda.
El deseo de Juana María de Puig es, según dijo, "seguir por el momento" con las riendas del negocio y con la ilusión puesta en que su hijo "se haga cargo más adelante del local y siga ayudándola".
"Me gustaría que fuera recordado por lo bondadoso y agradecido que era, tan ligado a su trabajo y orgulloso de lo que había podido hacer" desde un origen tan humilde, dijo Juana María, aun afectada por la muerte de quien calificó como "el mejor marido del mundo".
Puig, natural de Las Villas (Cuba), falleció el pasado 29 de abril a los 91 años como consecuencia de un fallo multiorgánico, tras cuarenta años al frente de La Casa de las Guayaberas, ubicada en la famosa Calle Ocho de Miami, en la zona conocida como La Pequeña Habana.
Entre los mandatarios que han vestido las elegantes guayaberas de este maestro de la confección figuran los ya fallecidos Carlos Andrés Pérez y Ronald Reagan, que fueron presidentes de Venezuela y EU, respectivamente.
También ha lucido y lucen las guayaberas de Puig el actual presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, el expresidente de EU.
George W. Bush y el expresidente del Gobierno español José María Aznar.
Actores como Robert Duval, Andy García o Sylvester Stallone, de quienes Puig conservaba bien guardadas las medidas, son clientes asiduos que solicitan con frecuencia en este establecimiento guayaberas de hilo o lino cuyos precios pueden superar los 500 dólares.
Puig murió fiel a su palabra de que seguiría "haciendo guayaberas" hasta que falleciera, "hasta que Dios quiera".
"No me voy a retirar", decía siempre.
En 2006, la ciudad de Miami honró al conocido como el "rey de las guayaberas" con una calle, un reconocimiento que le llenó de felicidad y que supuso un galardón a su trabajo en la confección de este tipo de prenda típica cubana, en la que no tenía competidores.
Puig afirmó en una ocasión a Efe que la clave del éxito de sus guayaberas radicaba en el corte de las telas, al tiempo que aseguraba que "el cortar" era un arte, un "don que da Dios" y a él se lo había dado.