EFE
Ofrendas clavadas en la piel y agujas que atraviesan las mejillas son penitencias que siguen vivas entre la comunidad hindú de Malasia, donde perviven muchos rituales prohibidos en su país de origen: India.
Los kavadis , como se conocen a estas dádivas que se insertan en la piel, son cargas que los devotos hindúes transportan con la luna llena para pedir ayuda a Murugan, el dios hindú de la guerra. Esta tradición surgió entre la etnia tamil, un pueblo originario del sur de la India y del norte de Sri Lanka, y nunca fue practicada de forma mayoritaria por otros grupos hindúes.
A Malasia llegó hace 200 años, cuando el imperio británico desplazó a miles de trabajadores procedentes del sur de Asia para trabajar en los campos malayos.