"Los malos políticos son electos por gente que no vota."
William E. Simon
El PAN ganó la elección de este 6 de febrero en Baja California Sur, un estado gobernado durante dos sexenios por el PRD, con un candidato, Marcos Covarrubias, que todavía es diputado federal con licencia por el PRD. En Los Cabos, el expriista y experredista, también exgobernador y expresidente nacional del PRD, Leonel Cota contendió a la presidencia municipal por Nueva Alianza, el Panal, pero al final pidió el voto para el candidato del PRI.
Baja California Sur no es el único lugar donde estamos viendo estas acrobacias. El senador priista con licencia Ángel Aguirre Rivero ganó la elección en Guerrero por el PRD y el PT, el expriista Rafael Moreno Valle se convirtió en gobernador de Puebla con una alianza PAN-PRD, mientras que Mario López Valdez, Malova, saltó del PRI para ganar el gobierno de Sinaloa con las banderas del PRD y el PAN.
La razón de fondo es una ley electoral creada para dar a los partidos políticos un monopolio sobre el poder. La prohibición a las candidaturas independientes busca cerrar el paso a los cargos de elección popular a la enorme mayoría de los mexicanos, aquellos que no pertenecemos a ningún partido. Esto obliga a los aspirantes a candidaturas que no son seleccionados por los jerarcas de algún partido a buscar el respaldo de otras organizaciones. La frecuencia con la que estos saltimbanquis están obteniendo triunfos que parecían imposibles, ratifica que algo está podrido en el monopolio de los partidos.
Narciso Agúndez, gobernador de Baja California Sur, escogió como candidato del PRD y el PT al gobierno del estado a Luis Armando Díaz. Para la presidencia municipal de Los Cabos impuso a su propio hermano, Antonio, quien obtuvo el triunfo, pero con un resultado mucho más cerrado al que se esperaba.
El triunfo de Marcos Covarrubias es un juicio sobre el gobierno de Narciso Agúndez, quien trató de construir un imperio económico sobre el estado a través de la prohibición de actividades económicas importantes, como la minería, o con el manejo de un monopolio de taxis en Los Cabos. La derrota de Agúndez demuestra, por otra parte, el costo de la arrogancia. En su cierre de campaña en Los Cabos, junto al hermano incómodo Tony Agúndez, el candidato Díaz declaró que el PRD en BCS conseguiría el triunfo en la gubernatura, las cinco alcaldías y 16 diputaciones. El mismo día de la elección se declaró ganador antes de que se conocieran los resultados oficiales. Al final tuvo que conformarse con un lejano tercer lugar.
Una lección de los comicios es que un partido de gobierno tiene menos posibilidades de imponer a su candidato si la gente sale a votar. Más de un 60 por ciento de los electores sudbajacalifornianos salió a votar, un récord en una entidad con poca participación histórica. Si un número menor de votantes hubiese acudido a las urnas, el PRD habría impuesto su candidato.
El vicio de origen, sin embargo, está en la ley electoral, la cual entrega poderes extraordinarios a los líderes de los partidos, prohíbe a los ciudadanos la contratación de tiempos de radio y televisión para expresar sus ideas políticas, impide a los ciudadanos independientes postularse a cargos de elección popular y limita las críticas a los candidatos rivales. La legislación está hecha para promover la partidocracia, lo cual ha hecho que los candidatos tengan que hacer de saltimbanquis.
MVS afirma que Carmen Aristegui fue despedida de su noticiario radiofónico matutino (aclaración de interés: yo conduzco un noticiario rival a esa misma hora) por haber roto un código de ética que rechazaba la difusión de rumores como noticia. La propia Aristegui no ha hecho comentarios hasta este momento. Su transgresión, al parecer, fue conminar a la Presidencia de la República a aclarar, ante la manta de Gerardo Fernández Noroña en la Cámara de Diputados, si el presidente Felipe Calderón tiene o no problemas de alcoholismo.