Desde hace algún tiempo he insistido, para algunos con demasiada frecuencia, en el costo que tuvo para México el régimen de la Revolución. Fue un sistema autoritario, como es sabido, que por sus características implicó también una continua redistribución de la riqueza: de quienes la producían a quienes gobernaban. Las reglas en México, es decir, desde las leyes hasta las creencias imbuidas por el sistema educativo, tenían como objetivo sostener al grupo que ganó las guerras civiles en el poder y extraer la mayor cantidad de recursos posible de la población.
Cuando el régimen se derrumbó, en 1997, las corporaciones que lo sostenían se independizaron y hoy se les llama poderes fácticos, pero su origen y el de sus privilegios es ese nefasto régimen político que, sin embargo, sigue teniendo muchos seguidores. Muestra clara del carácter doctrinal de la educación en nuestro país, que prefirió enseñar la adoración al régimen que a leer, escribir y hacer cuentas.
Se dice hoy que esta discusión es irrelevante, porque ese régimen hace mucho que no existe, y que los responsables de las dificultades actuales de México son quienes hoy están en la Presidencia. Pero esta es una media verdad, o menos que eso.
Desde 1997, nadie había contado con mayoría en la Cámara de Diputados como para poder modificar esas reglas que, como decía, se hicieron para mantener en el poder al grupo ganador de la guerra civil y para saquear a los mexicanos. Nadie había tenido mayoría en la Cámara, hasta la elección de 2009. En ese proceso, el PRI obtuvo la mayoría en la Cámara Baja en su alianza con el Partido Verde. Hoy llevan dos años con mayoría y no han impulsado ni aprobado ninguna modificación sustancial a las reglas. No lo han hecho porque no quieren hacerlo. Porque las reglas siguen siendo las mismas del viejo régimen, que les pueden permitir no sólo regresar a la Presidencia, sino continuar saqueando a los mexicanos.
Lo digo con esta claridad porque eso mismo dijo el presidente del PRI, Humberto Moreira, el domingo pasado en Campeche:
"A mí que no me salgan con que quieren la reforma laboral primero ni la de seguridad, ni la política. Primero la reforma a la Ley General de Coordinación Fiscal". Es decir, primero y antes que nada, más recursos a los gobernadores. Recursos que, como en el viejo régimen, nadie sabe en qué se utilizan, porque en los estados seguimos sin tener transparencia ni rendición de cuentas. Ni siquiera tan imperfectos como existen a nivel federal.
En días siguientes, Moreira intentó moderar su afirmación, pero no ha dejado de insistir que el tema primordial es enviar más recursos a las entidades federativas. Se entiende cuando uno recuerda que en los cinco años que Moreira gobernó Coahuila multiplicó por 100 la deuda de su estado. Nunca le alcanzaba el dinero.
El tema es de la mayor importancia no sólo porque este PRI es el que tiene la mayoría en la Cámara de Diputados (y en consecuencia puede hacer lo que Moreira pide, sin importar lo que los demás opinen). Lo es también porque ese mismo PRI es el que está detrás del señor Peña Nieto, aspirante muy adelantado a la Presidencia.
Como usted debe saber, el PRI está dividido en dos grupos, que coinciden con las bancadas de ese partido en el Congreso. Los diputados son la fuerza que acompaña a Peña, los senadores van con Beltrones. De manera general, claro. Y la diferencia no parece ser sólo de candidato, sino de orientación. Mientras que el PRI en el Senado es un evidente impulsor de cambios, buena parte de ellos dirigidos a modernizar la estructura política y económica del país, el Revolucionario Institucional en la Cámara de Diputados no hace nada. Y mejor, porque las pocas ideas que ocasionalmente comentan (como su minirreforma laboral o, peor, su iniciativa de banca de desarrollo) son más parecidas al México de los años 70 que a la realidad presente.
El aspirante Peña Nieto ha sido muy cuidadoso en no emitir idea alguna que le comprometa. Si acaso, su mayor insistencia ha sido tener mayoría en el Congreso, así sea mediante cláusulas artificiales. Fuera de eso, no parece contaminarse con ideas, pero su grupo de apoyo sí ha sido claro: no quieren cambiar las reglas que le permitieron a sus antecesores saquearnos.
Lo que sí quieren hacer es, desde hoy, trasladar los recursos a los gobernadores, en donde son mayoría. Es decir, su propuesta es democratizar el saqueo, para que les alcance a todos ellos.
Esa es la propuesta de los diputados del PRI, de su presidente y de su impoluto aspirante a gobernar el país. Usted dirá.
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@macariomx
Profesor del ITESM-CCM