El partido conservador que apoya al presidente Nicolás Sarkozy, la gobernante UMP, intentó ayer demostrar una unidad puesta muy en entredicho desde la derrota en los comicios cantonales del pasado domingo en Francia.
La reunión habitual del Gobierno celebrada ayer en París generó una atención inusitada, al suceder a las declaraciones opuestas de altos responsables del partido y del propio primer ministro francés, François Fillon, que circulan a raíz del retroceso de los conservadores en las elecciones de hace dos días.
Sin embargo, no hubo declaraciones o comentarios de la mayoría de los ministros a la salida de la reunión semanal, en la que varios medios de comunicación galos aseguraron, sin confirmación oficial, que Sarkozy apeló a mantener la "sangre fría". "Se pasa la página", zanjó al término de la reunión el portavoz del Gobierno, François Baroin, el único que tomó la palabra para abordar una cuestión que ha puesto a la UMP "al borde de la crisis", como titularon los informativos audiovisuales galos.
El incidente "está cerrado", dijo Fillon en la reunión.