Con inmensa alegría, y reafirmando mi compromiso con la verdad, regresa este servidor a la brega de la editorial periodística. La de hoy representa mi primera entrega en este diario, de tanta tradición y con gran renombre en mi tierra: la Comarca Lagunera. Agradeciendo infinitamente la oportunidad a los directivos de El Siglo, pero sobre todo a ustedes, mis amigos lectores, inicio esta nueva era en mi etapa profesional, escribiendo de una de mis más grandes pasiones: el beisbol. No vengo a sustituir a mi colega y amigo don Claudio Martínez, a quien admiro profundamente por sus años como columnista en estas páginas; vengo a compartir con ustedes mi sentir de lo que acontece sobre el diamante.
Marzo, el mes que apenas está iniciando en nuestros calendarios, suele ser un cúmulo de esperanzas para los beisboleros; debe ser algo parecido a vivir un embarazo: sabemos que está cerca el feliz momento en que se cante el playball de Liga Mexicana y de las Ligas Mayores, pero la espera, aunque sea segura, emocionante, suele tornarse eterna. Cada día tenemos noticias de la pretemporada, pero seamos sinceros, los números que verdaderamente nos interesan son los que se compilan durante el rol regular.
Cada temporada alberga un renacimiento, no sólo de estadísticas, sino también de esperanzas, de ilusiones, de deseos de que el equipo de casa pueda dar satisfacciones. Vaqueros Laguna acapara las ilusiones de los comarcanos. Es común que se hable de los refuerzos, del nuevo manager, de si esta temporada será la buena. Durante este 2011 se cumplirán 61 años desde la última ocasión en que la organización lagunera se quedó con el gallardete, un ayuno demasiado largo para una fanaticada que se ha mantenido fiel como la Penélope de Odiseo.
Si revisamos el roster naranja veremos un line up poderoso, veloz y variado, condiciones adecuadas para tener una gran ofensiva. El corrido de bases puede resultar un espectáculo, con la agresividad de "Chico" Rodríguez, y la ambición de Dionys César, Santiago González y Flavio Romero. Ya Vaqueros fue el máximo estafador de bases en 2010 (110, 37 de ellas para Alexis Gómez), y hay razones para pensar que puede repetir.
El tema a cuidar es el pitcheo, donde los naranjas fueron últimos prácticamente en todos los departamentos durante 2010. Aquí, la adición más importante me parece la de Miguel Ojeda, quien no sube a la lomita, pero maneja a los lanzadores de forma magistral. Encontrar el equilibrio será la tarea más complicada para la dirigencia lagunera.
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