Finalmente, los grupos parlamentarios y el Ejecutivo norteamericano alcanzaron un acuerdo para elevar el nivel del endeudamiento público e impedir una crisis que hubiese sido catastrófica para ellos y para el mundo, sin embargo, con ello no lograron resolver los problemas estructurales que enfrenta su economía y, menos todavía, la reducción en la calificación de riesgo de la deuda norteamericana.
La inquietud provocada por la demora en el acuerdo causó la caída de los mercados bursátiles mundiales, que particularmente se resintieron en Europa, Asia y, por supuesto, también en Estados Unidos. En Europa las que más lo resintieron fueron Italia y Alemania, con pérdidas en la semana del 13%; en Asia, Hong Kong, con una caída de casi 7% y Japón, de 5.4%; en Estados Unidos, de 6.5; y en México, de 6.4.
Los mercados culminaron la semana con una nota de aliento, cuando se anunció el incremento, en julio, de 117 mil plazas en el empleo no agrícola de Estados Unidos; sin embargo, por la tarde, se dio a conocer que Standard & Poor's degradaba la calificación de riesgo de la deuda de largo plazo norteamericana, así que habrá que esperar la apertura de los mercados el próximo lunes para evaluar los impactos de ambos anuncios.
Sin embargo, el problema de fondo es cómo enfrentar los déficits fiscales de las principales economías mundiales, entre las que se encuentra desde luego Estados Unidos. La deuda pública de Portugal, Irlanda y Grecia, que recientemente recibieron rescates financieros, es importante en términos de su relación con su Producto Interno Bruto (PIB), pero es menor en dólares, comparadas con la norteamericana y la japonesa. En Portugal, la deuda es 91% del PIB; en Irlanda, 114%; y en Grecia, 152%, sin embargo, sumadas las tres deudas apenas son la decimoquinta parte de la deuda norteamericana y la decimocuarta de la japonesa.
El gobierno norteamericano debe la mayor cantidad que cualquier otro país 15.2 billones de dólares, que representan el 100% de su PIB; Japón, debe 14.1 billones de dólares, que representan el 229% de su PIB, pero tiene la gran ventaja de que gran parte de su deuda es interna. En relación al PIB, los norteamericanos han estado en situaciones más críticas después de la Segunda Guerra Mundial, cuando llegaron a deber el 122% de su PIB y en los 90's, pero en ambos casos le dieron la vuelta, a través de acelerar el crecimiento de su economía.
En estos momentos el asunto se ve más crítico por los compromisos en seguridad social, el envejecimiento de su población y los gastos de guerra, lo que dificulta reducir los déficits, sin importantes recortes en los gastos o incrementos en los impuestos, lo que impacta directamente el crecimiento económico.
Por todo lo anterior, la economía norteamericana resentirá dichos impactos y, en el mejor de los casos, sufrirá una reducción en el ritmo de crecimiento, lo cual afectará directamente a la economía mexicana. Es imposible que la economía mexicana se libre de efectos de las desaceleraciones o recesiones en la economía norteamericana; en 2009, México mostró el mayor decremento en el PIB, en toda América Latina, con un porcentaje de 6.1.
La magnitud de los impactos de dicha caída apenas los conocemos a partir de que se dieron a conocer los resultados de la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010, que realiza el INEGI que revela la caída de 12.3% en el ingreso promedio de los hogares mexicanos; y el informe actualizado del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) que muestra el incremento en el número de personas en pobreza multidimensional de 3.2 millones, lo cual implica que no logran satisfacer, al menos una, de sus necesidades de salud, educación, alimentación, seguridad social o vivienda.
De acuerdo a un informe del Observatorio de Política Social y Derechos Humanos, de la organización de la sociedad civil Incide Social, para poder recuperar el nivel de ingresos por hora, en pesos constantes, que los trabajadores mexicanos recibían en promedio en el 2005, se requiere que los salarios crezcan en promedio un 3% anual en los siguientes tres años. Es decir, si se lograra dicho promedio de crecimiento, apenas en el 2013 los trabajadores mexicanos recibirían como salario promedio por hora, en pesos constantes, lo mismo que recibían 8 años antes, en el 2005; en el 2008, los trabajadores recibían 6% de más de lo que recibían en el 2005, así que pare recuperar el nivel previo a la crisis, todavía habría que esperar unos 18 meses más. Ese es el impacto real de la recesión que afectó a México hace tres años.
Pero las malas noticias son que difícilmente se logrará dicho incremento porque los altos déficits fiscales de las principales economías del mundo, encabezados por Estados Unidos, que dieron lugar al alto endeudamiento, obligarán a tomar medidas que impactarán el crecimiento económico de dichos países y, por consecuencia, al de los países que dependen en mayor medida de su desarrollo, como es el caso de México.
Así que con todo realismo, en el mejor de los casos la recuperación será más lenta de lo pronosticado hasta hoy; y, en el peor, todavía se puede sufrir una recaída que agrave los impactos sobre las familias mexicanas. El gran reto del gobierno mexicano es lograr abatir la pobreza a pesar de los impactos de la crisis internacional.